Revista Opinión

La tremebunda Kars – I

Publicado el 20 septiembre 2019 por Carlosgu82

De alguna forma u otra, llegó hasta ese lugar, era una especie de chacra verde. Llovía. Era noche, y el suelo se dejaba notar como fiel símil de chocolatada fría, dejada abandonada por un niño de cinco años en Navidad.

La tierra resbaladiza enlodaba sus zapatillas de cuero, las rimas de los pocos grillos sobrevivientes se hacían notar ligeramente, por lo menos, gracias a ellos, no estaba solo. Recordó el rostro de su madre en su lecho de muerte, diciéndole “quiero que conozcas a tus hijos desde el vientre de su mamá”. Lamentablemente, el recuerdo quedó interrumpido por un estruendoso ruido, el cual era una mezcla entre el grito de una lechuza y el aullido de un lobo, raro y difícil de explicar, pero mucho más difícil de entender era el por qué se encontraba allí, bañado en sudor frío por el miedo y con los cabellos mojados.

Se escudriñó rápidamente entre las plantas y el barro para que el hacedor de ese sonido grotesco no lo encontrase, de cuclillas y aguantando la respiración lo más que pudo, trató de pasar desapercibido. No logró ver a quién o qué era el dueño de aquel bullicio tenebroso, pero escuchó cómo el grito se sentía cada vez más lejano. Cuando ya no lo oyó más, avanzó corriendo hacia una especie de choza, al llegar se dio cuenta que estaba estructurada de cañas y barro, entró. Aunque con aberturas en las paredes, el lugar se le hiso perfecto para resguardarse un poco del frío y la lluvia tempestuosa, pero la tranquilidad le duró poco porque vio que al fondo de esa casa una luz amarillenta hacia acto de presencia, ésta se iba expandiendo hasta que tomó la forma de un rostro humano, el de su padre, la persona que él más ha odiado en su vida. Sin que llegase a comprender por qué veía aquello, el rostro inició la conversación; habló con voz ronca y tremebunda. – mientras lo veía fijamente – Dijo: Soy La Kars.


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