Revista Cultura y Ocio

"La Tribuna". Emilia Pardo Bazán

Publicado el 04 abril 2021 por Juancarlos53

✔ "-¿Y qué significa eso de república federal? "-Es una epidemia. Almorzamos política y comemos ídem. Se va volviendo España un manicomio."
-Significa... ¿qué ha de significar, repelo? Lo que predicaron esos.
-Pero no me hice bien de cargo... ¿Qué más tiene eso que el gobierno que hay ahora?
-Tiene, tiene, tiene... tiene que Madrí no se nos monte encima, y que haya honradez, paz, libertá, trabajo..."

Próximo a cumplirse el Centenario por la muerte de Dª Emilia Pardo Bazán, tenía ganas de homenajearla debidamente con la lectura de alguna de sus novelas que aún no hubiera tenido en mis manos. La ocasión me vino dada al preguntarnos en " más que palabras..." -como algunos ya sabrán la Tertulia de antiguos compañeros de trabajo que mantenemos viva y lozana once años después de haberla iniciado- por algún título con el que pudiéramos conmemorar tan señalada fecha. Yo busqué una obra de la coruñesa ilustre que no fuese demasiado extensa y cuya sinopsis despertara mi interés. Y así llegué a "La Tribuna", llegada que celebro enormemente por lo que a continuación se verá.

Mi primera impresión sobre esta novela de Emilia Pardo Bazán es de agrado total. Al principio creí que me iba a desilusionar un poquito pues la encontraba algo sonsa, pesada y de estilo alambicado con descripciones muy extensas, muy barroconas. Pero según transcurrían los capítulos (XXXVIII es el epígrafe del último) y los personajes iban ganando en individualidad e identidad me fue gustando más y más. La historia que muestra no es para nada novedosa y me imagino que incluso en su momento, el año 1882, tampoco debió de sorprender mucho: chica pobre y despierta ( Amparo), amiga del progreso (la República federal) que es seducida por un joven militar ( Baltasar Sobrado) de clase media algo venida a menos para quien su madre ( Dª Dolores) tiene ansias de lograr su enlace con Josefina García de familia de igual nivel pero que litiga por conseguir la herencia del marido fallecido que le daría un muy buen pasar.


En torno a estos dos personajes - Amparo y Baltasar- giran dos mundos bien dispares mostrados frecuentemente por la escritora con profusión sintáctica de proposiciones coordinadas distributivas a fin de marcar el contraste, la distancia de todo tipo, existente entre ambas clases sociales. La trama se sitúa en los años anteriores y posteriores a la Revolución de la Gloriosa que culminaría en 1873 con el advenimiento de la República. En el ejemplo siguiente, Amparo, llamada Tribuna del pueblo por el patriarca - el viejo responsable que junto al presidente del Círculo Rojo presidía la mesa en el banquete que en Marineda, la ciudad ficticia donde se sitúa la acción, se da a los delegados de Cantabria llegados para firmar la Unión del Norte- contrapone en su revolucionario discurso ambas esferas:

"¿hizo Dios dos castas de hombres, por si acaso, una de pobres y otra de ricos?, ¿hizo a unos para que se paseasen, durmiesen, anduviesen majos, y hartos, y contentos, y a otros para sudar siempre y arrimar el hombro a todas las labores, y morir como perros sin que nadie se acuerde de que vinieron al mundo? ¿Qué justicia es esta, retepelo? Unos trabajan la tierra, otros comen el trigo; unos siembran y otros recogen; tú, un suponer, plantaste la viña, pues yo vengo con mis manos lavadas y me bebo el vino..."

La esperanza que abriga ingenuamente Amparo es que la República que está al caer con su panoplia de mensajes igualitarios eche por tierra las leyes del decoro que impiden de hecho que las familias de clase distinta puedan llegar a relacionarse de manera pública y estable. No, esto no será posible -lo sabemos casi desde el inicio- pero sí será la disculpa y la venda en los ojos que el uno y la otra esgrimirán para conseguir lo que desean ambos aunque con distinto nivel de compromiso: amarse.

Muy interesante es en la novela, como digo, el marco histórico de los siete años que van en España desde uno o dos años antes de la Gloriosa en 1868 a la proclamación de la Primera República española en el año de 1873 que es cuando da fin el relato. Me parece increíble la similitud existente entre esa España de hace 150 años y la actual. Esa tendencia a derrocar la Monarquía y a instaurar una España federal que muestra la novela es idéntica a la declarada por algunos de nuestros políticos actuales: una España republicana federal. Al leer algunas páginas del libro -¡de 1882, no se olvide!- me parecía estar escuchando, 'mutatis mutandi', las filípicas de algunos.

" Queremos la república republicana, la santa república democrática federativa. Con ella Marineda será capital, y Vilamorta también, y hasta Aldeaparda será capital hecha y derecha. Sólo Madrí, que a ese se le acaba la ganga, ya no nos chupará la sustancia; se va a hacer una cosa magnífica, que se llama descentralizar"

Otro tanto cabría decirse del contradictorio discurso sobre la estructura del país que muchos dirigentes arman en función de con quién, las circunstancias o el lugar donde se hallen en ese momento. Véase si no el diálogo que mantiene Baltasar con su amigo Borrén:

"-Aquí se incuba algo, hombre -exclamó Borrén inclinándose hacia su amigo.
-¡Claro que se incuba! ¡El desbarajuste universal... y el picadillo que van a hacer de España esos señores!
-Hombre, dice que no... Dice que lo que desean es confederarnos, para que estemos más uniditos que antes... ¿no ve usted que esto se llama la Unión?
-¡Sí, sí, corte usted un dedo y péguelo después con saliva!
-A bien que una nación no es ninguna naranja para hacerse cuarterones tan fácilmente..."

Y también pareciera que la historia vuelve a repetirse cuando en pleno proceso revolucionario las gentes vuelven, paradójicamente sus ojos a aquella religiosidad contra la que precisamente se levantaban: "es lo curioso que a medida que la revolución se desencadenaba y el republicanismo de la Fábrica crecía, aumentáronse también las prácticas religiosas".

La novela es una plasmación del estilo naturalista español del que la Pardo Bazán fue en España inspiradora y principal guía. Al acabar de leerla y recordando la lectura que hace ya muchos años hiciera de "Los Pazos de Ulloa" y de "Madre Naturaleza" logro entender perfectamente las palabras algo despectivas que le dirigiera Emile Zola al enterarse de que ella era la representante del movimiento literario acaudillado por él. Al respecto la mismísima Emilia Pardo Bazán que en 1882 publicó "La cuestión palpitante" dijo de estas opiniones zolescas los siguiente: " Zola -más perspicaz que la inmensa mayoría de mis compatriotas, que no se hartan de llamarme sectaria naturalista- ve en mí a un disidente o heterodoxo, y se da cuenta exacta del abismo que media entre mis ideas filosóficas y religiosas y las suyas, aunque no se detenga (ni era cosa de que se detuviese) a explicarse mi fórmula, que considero más ancha y larga, y por lo tanto más humana, que la suya "

Es en los años ochenta del siglo XIX cuando se produce en España la plenitud de la estética naturalista ( La desheredada, El doctor Centeno y Lo prohibido de Galdós, La Regenta de Leopoldo Alas, Los pazos de Ulloa y La madre Naturaleza de Pardo Bazán y Sotileza de José María de Pereda, entre otros textos), por esta razón a esos autores se les conoce como Generación de 1880 y, por eso, en esa década se producen fuertes debates terminológicos y estéticos en obras, críticas, reseñas o artículos de prensa. Pardo Bazán a propósito de la confusión terminológica y la consecuente caracterización de su propio quehacer literario declararía: " no soy idealista, ni realista, ni naturalista, sino ecléctica ".

La propuesta naturalista de Pardo Bazán no pasaba por la asunción de los ideales de Zola sin más, ella propugnaba un naturalismo sui generis, adaptado a la tradición española, en el que la religión siguiera funcionando en las obras producidas. Galdós se situó, por su parte, en la órbita de Pardo Bazán. Es este mantenimiento de la religión dentro de la ' nueva escuela' contra lo que lanzaba sus anatemas el fundador de la escuela cuando en una entrevista declaró que le causaba "extrañeza que la Sra. Pardo Bazán sea católica ferviente, militante, y a la vez naturalista; me lo explico tan solo por lo que oigo decir de que el naturalismo de esta señora es puramente formal ".

De muchísimo interés es el prólogo que precede a la novela firmado por la propia autora. Allí señala su distanciamiento literario del idealismo estético de autores como Antonio Trueba o la Fernán Caballero situándose en la línea seguida por otros como Pérez Galdós o José María de Pereda. Lo de Pereda me resulta algo chocante, pero así lo manifiesta ella: " la flaca decaída condición del hombre, pintémosle, si podemos, tal cual es, huyendo del patriarcalismo de Trueba como del socialismo humanitario de Sue, y del método de cuantos, trocando los frenos, atribuyen a Calibán las seductoras gracias de Ariel. [...] los maestros Galdós y Pereda abrieron camino a la licencia que me tomo de hacer hablar a mis personajes como realmente se habla en la región de donde los saqué ."

Creo que con la cita anterior ya se entiende debidamente la extrañeza de Emilio Zola y su irrefutable afirmación de que el naturalismo de nuestra gallega universal "es puramente formal". Sí, efectivamente, así lo creo yo. En "La Tribuna" hay naturalismo suave, un naturalismo circunscrito a lo formal y que en el contenido simplemente incide en la injusticia social representada en el abismo existente entre clases sociales acomodadas ( Baltasar y su familia o Josefina y la suya) y clases humildes que son las que aquí tienen más representación pues además de Amparo, mujer valiente y reivindicativa que enarbola en la Fábrica de Tabacos de Marineda, ciudad donde vive, la bandera de la lucha por la justicia e igualdad de las trabajadoras, tenemos a toda una galería de personajes populares muy en línea con lo que en el fondo la novela es: un cuadro de costumbres.

En el universo de los pobres encontramos a Rosendo, el barquillero, padre de Amparo; a la madre de ésta, antigua trabajadora en la Fábrica, hoy tullida y enferma en cama; a las compañeras de la Fábrica: la huérfana Guardiana y Ana, la Comadreja; a amigas de Amparo en el barrio como Carmela, la encajera; a Chinto, enamorado sinceramente de Amparo y despreciado injustamente por ella, que es un joven humilde y trabajador que tomará el relevo como barquillero de Rosendo cuando éste ya no pueda por edad con el oficio.

Por su parte en el otro lado, en el ala de los acomodados, tenemos a los Sobrado ( Baltasar; Lola, la hermana mayor de éste; Clara, segunda hermana de Baltasar; Dª Dolores, la madre, siempre vigilante); a los García ( Josefina, la futura de Baltasar; su hermana menor, Nisita; la viuda de García, la madre); a los amigos militares de Baltasar: aquí el principal es Borrén, personaje de sexualidad ambigua que gusta a las mujeres porque pese a sus baladronadas respecto a ellas es completamente inofensivo pues no se le conoce affaire femenino alguno.

Son todos ellos personajes bien delineados, bien conformados. Para mí este es uno de los valores de la novela.

El naturalismo de "La Tribuna"

Sin lugar a dudas la corriente literaria inaugurada por Zola se reconoce en la novela de la Pardo Bazán fundamentalmente en una serie de características:

  • La principal quizás sea la reproducción del 'habla' tal cual. La mismísima autora se pone la venda antes de la herida al justificar en el prólogo su utilización arropándose en que así lo han hecho "Pérez Galdós, admitiendo en su Desheredada el lenguaje de los barrios bajos " y también "Pereda, sentenciando a muerte a las zagalejas de porcelana y a los pastorcillos de égloga "
  • Afán por reproducir con precisión la realidad. De aquí las descripciones en las que la novelista busca la exactitud; para ello echa mano del clasicismo cervantino y de los retratos que realizó Quevedo en su tiempo: "Físicamente tenía Baltasar mediana estatura, la tez fina y blanca, y de un rubio apagado el ralo cabello; pero la parte inferior de su fisonomía era corta y poco noble; la barbilla chica y sin energía, la boca delgada de labios, como la de doña Dolores."
  • La importancia de la herencia genética en la determinación de la ventura social: "Observándose, no obstante, en tan gallardo ejemplar femenino rasgos reveladores de su extracción: la frente era corta, un tanto arremangada la nariz, largos los colmillos, el cabello recio al tacto, la mirada directa, los tobillos y muñecas no muy delicados."
  • Las penosas condiciones laborales: "como sus pulmones estaban educados en la gimnasia del aire libre, se deja entender la opresión que experimentarían en los primeros tiempos de cautiverio en los talleres, donde la atmósfera estaba saturada del olor ingrato y herbáceo del Virginia humedecido y de la hoja medio verde, mezclado con las emanaciones de tanto cuerpo humano y con el fétido vaho de las letrinas próximas."
  • La enfermedad: "Guardiana era huérfana; su padre y madre murieron del pecho, con diferencia de días, quedando a cargo de una muchacha de dos lustros de edad, cuatro hermanitos, todos marcados con la mano de hierro de la enfermedad hereditaria: epiléptico el uno, escrofulosos y raquíticos dos, y la última, niña de tres años, sordomuda."
  • Abuso sobre los débiles, en especial sobre las mujeres por parte de los hombres. Unos abusos que podían ser en forma de palizas ("Pero algunas cigarreras, mejor informadas, se echaron a reír: ¿dolor de muelas?, ¡ya baja! Era que su marido la solfeaba todas las noches, y ella, por tapar los tolondrones y cardenales, se empañicaba así; también una vez se presentó arrastrando la pierna derecha y diciendo que tenía reúma, y la reúma era un lapo atroz sacudido por él") o simplemente la habitual opresión que ellas sentían por el mero hecho de haber nacido mujeres ("No cohibidas por la presencia del hombre, gozaban cuatro mil mujeres aquel breve rayo de luz, aquel minuto de júbilo expansivo colocado entre dos eternidades de monótona labor."). Por esto, no tiene nada de extraño que la autora gallega sea tenida por precursora del feminismo.

Concluyo esta reseña señalando uno de los aspectos que más han llamado mi atención durante la lectura de "La Tribuna". Me refiero al magnífico manejo del vocabulario, a la precisión terminológica, a la riqueza léxica contenida en este relato. Son palabras comunes en el momento pero que hoy se nos escapan por el empobrecimiento que en este y en otros aspectos culturales hemos sufrido -y estamos sufriendo- de continuo. No sé si esto será consecuencia de la democratización de la Cultura en la que, por lógica, la mayoría manda. Pero bueno, dejemos estos lamentos y vayamos a Dª Emilia de nuevo, a disfrutar con su lexicón maravilloso:

Reinaba en el barrio cierta confianza, una especie de comadrazgo perpetuo, un comunismo amigable: de casa a casa se pedían prestados, no solamente enseres y utensilios, sino "una sed" de agua, "una nuez" de manteca, "un chisquito" de aceite, "una lágrima" de leche, "un nadita" de petróleo. Avisábanse mutuamente las madres cuando un niño se escapaba, se descalabraba o hacía cualquier diablura análoga; y como el derecho de azotar era recíproco, las infelices criaturas venían a estar en potencia propincua de ser vapuleadas por el barrio entero.

___________________________


Volver a la Portada de Logo Paperblog