Una de las muestras de identidad de Birdman es su locura. Así que se me ocurrió hacer una trilogía de los locos. Como en cualquier trilogía podría haber otros títulos pero estos son los que están.
La locura de la que hablo es tanto de estado de ánimo como motor dramático. Es la postura que un personaje toma hacia la vida, una respuesta a sus problemas o la congregación de todos ellos. Hay locos profetas, locos destructivos, locos irónicos… pero todos podrían coincidir en que esa respuesta a la vida es original e irremediable. Su locura es un estado de gracia, que trae de cabeza a todos los que le rodean. El loco es un visionario y un ilustrado. La locura es una respuesta y una pregunta a la vida al mismo tiempo. [Spoiler: No hablaré del Jocker, por no repetir lo que todos podríamos saber.]
Riggan Thomson meditando. Así es como empieza Birdman. Riggan medita flotando sobre el suelo y nadie puede negarlo. Lo vemos claramente. ¿No es una imagen una prueba irrefutable? Pero como los juguetes de Andy en Toy Story no tiene más remedio que fingir que no levita si alguien entrara por la puerta. Pero Riggan Thomson no quiere escuchar su voz interior. ¿Por qué? Supongo que por miedo a la realidad. ¿Acaso su vida no es suficientemente loca como para tener que escuchar una voz interior? Su vida se desmorona y por mucho que corra no puede alcanzar la nueva velocidad de los tiempos modernos. Tenemos por tanto que Riggan es un personaje que responde a su vida con la locura. Su respuesta desastrosa en la última representación de la obra que va a estrenar asombra a todos los espectadores. Es su mejor actuación. Pero extrañamente su locura es incomprendida. No queda más solución que…. salir por la ventana. Podríamos hablar de la locura como cárcel.
Hay hueco para un segundo loco en esta trilogía. En Revolutionary Road de Sam Mendes (que más tarde rodaría Skyfall) el matrimonio de April y Frank se desmorona. Sam Mendes usa la escusa de un viaje a París para representar la huida que quieren efectuar los dos, cada uno a su manera. Ambos necesitan una vida nueva libre de ataduras materiales, de compromisos sociales. En su camino se cruza un loco en el que podría estar la solución. Una solución irracional, violenta y a toda vista fuera de lugar. Este loco, interpretado por Michael Shannon, esta bajo la “protección” de sus padres que se avergüenzan de él. Sin embargo, su espíritu libre y su lengua viperina es como una mecha que prende en los pensamientos de April, sembrando la semilla de la locura. Sam Mendes filma una obra magistral, sutil, elegante y con un final implacable (no falto de elipsis).
El tercer loco es el loco profeta. Dicen que uno no es profeta en su tierra. A Curtir, un texano dedicado a la construcción que asegura que el fin del mundo esta cerca, ni en su casa ni en su pueblo le dan crédito alguno. Y como a todo el que algo incomprensible, novedoso o perturbador vaticina, le tachan de loco. De loco tanto por lo que dice como por aparentarlo. En Take Shelter la vida tranquila de Curtis (interpretado por Michael Shannon) se vuelve un mar de dudas ya que no puede constatar de ninguna manera sus predicciones. Las visiones de tormetas de agua amarilla le lleva a construir un refugio, a sobreproteger a su familia y a perder el contacto con la realidad. ¿Pero quien sabe qué es real después de contemplar el aplastante final muy en sintonia con el final que propone elegantemente Birdman y con sobrada sobreintencionalidad Nolan en Origen?