Hoy me apetece escribir un post reivindicativo y muy personal. Porque me apetece quejarme del sistema que tenemos y de la no conciliación familiar y laboral y de cómo ha afectado eso en mi vida con mis propias circunstancias. Ya lo he dicho en varias ocasiones que mi primer embarazo fue muy diferente al segundo y desafortunadamente no los viví de la misma manera...
A diferencia del primero, no he tenido la misma ilusión por vivir el embarazo en sí, físicamente me he encontrado mucho peor debido principalmente a lo agotador que resulta tener ya un hijo de 2 años y medio que además no duerme, y eso, sumado al estado emocional que se ve alterado por hormonas que hacen fluctuar tu estado de ánimo forman un cóctel explosivo que ni os cuento. Han sido meses difíciles en los que me he sentido culpable de no disfrutar más el momento que estaba viviendo. Y me he sentido muy sola, a pesar de que mi marido siempre ha estado a mi lado; y también, por qué no decirlo, he perdido una gran parte de mi autoestima física que aún a día de hoy me está costando recuperar.
Luego llegó el parto, que pude por fin "disfrutar". Un parto fácil y relativamente rápido que me quitó esa espinita de cesárea que tuve en mi primer embarazo. Pero el post parto tampoco fue fácil. Ya sabéis que Goran fue intervenido a las pocas horas de nacer y la recuperación no fue tan sencilla como imaginaba. El dolor de los puntos y una almorrana que me causaron los pujos me provocaron mucho dolor y a eso se le sumó un primer mes de lactancia dolorosa, una infección dentro de la vagina, una alergia a las compresas y una reacción alérgica a todo medicamento que me daban para tratar todo lo anterior. Fueron varias semanas en las que no veía la luz. Y cuando empecé a recuperarme, me vi obligada a reanudar la actividad laboral.
Por esta razón, la llegada de la bimaternidad no ha resultado tan "idílica" como debería haber sido, muy a pesar de que la experiencia es un grado. Con mi hijo Ares tuve muchas dudas y pasé muchos nervios de primeriza, sin embargo también tuve mucho tiempo para dedicarle y disfruté de mis 16 semanas de baja de maternidad y 2 meses más de excedencia que asumí para poder alargar la lactancia materna exclusiva.
Sin embargo, ahora que soy autónoma no me he podido permitir "ese lujo" a pesar de que sigo ofreciendo a mi bebé lactancia materna a demanda. Mi incorporación al trabajo ha sido casi inmediata, aunque solo he podido desempeñar proyectos que me han permitido incorporarme al trabajo desde casa para poder conciliar esa lactancia materna exclusiva que me resisto a extinguir tan pronto.
Para quien no esté familiarizada con el tema de la autonomía a la hora de trabajar, os contaré que no sólo no cobras el 100% de la base de cotización estando de baja por maternidad, sino que además debes abonar la cuota de autónomos para seguir cotizando, aún sin posibilidad de facturar. Si te niegas a pagar, además de no cotizar, también pierdes la posibilidad de deducirte los 100€ al mes que dan a las madres trabajadores (y que a su vez, me ayudan a cubrir la cuota de autónomos) ¿véis lo que os digo? Es un pez que se muerde la cola.
Eso, además de mucha tristeza y frustración me ha sumido en un estado de ansiedad que aún a día de hoy sigo gestionando. Y lo peor es que no tengo derecho a quejarme porque hay muchas mujeres, seguramente algunas de las que también me estáis leyendo, que ni siquiera tienen esa suerte de poder trabajar. Por eso no me lo toméis a mal, no pretendo dar pena, sino reivindicar una maternidad justa y compartir el rechazo que me provoca ver que las leyes no nos apoyan y que los más perjudicados son nuestros bebés que no pueden disfrutar el apego de sus madres durante su primer año de vida, ni siquiera sus primeros 6 meses. ¿Y a esto lo llaman conciliación?
Hoy mi pequeñín cumple 3 meses y gracias a mi madre, que ha venido a echarme un cable para coger en brazos al peque si llora, he podido contestar algunos correos de trabajo. También gracias a ella y a mi tía que vino a visitarnos por Navidades, pude acabar un proyecto que tuve entre manos en plenas Fiestas navideñas y con varicela de los peques incluida (que los que me seguís a través de Facebook e Instagram sabréis que el bebé también acabó contagiándose). " Serán solo un par de horitas, mamá ", le digo siempre, aunque ella sabe perfectamente que acaban siendo 4.
Pero oye, aquí seguimos. Siendo madres y trabajadoras. Siendo mujeres, amigas e hijas y sin posibilidad de elegir la manera en la que deseamos criar a nuestros hijos. Cada una de nosotras hace lo que buenamente puede y por eso desde que soy madre, entiendo que la maternidad es un sacrificio constante y valoro muy positivamente lo que otras mamás hacen para sacar adelante a sus familias, aún sabiendo que muy probablemente no lo han elegido ¿no os pasa a vosotras?
Pero críticas a parte y sobre todo por encima de cualquier cosa, doy gracias a la vida por haber vivido lo más maravilloso que la maternidad me ha dado, la posibilidad de crear y sentir la vida desde mis entrañas no una sino dos veces.
Esta es mi historia y si alguna de vosotras se ha sentido alguna vez identificada conmigo, con mi situación personal o si alguno de mis post os ha resultado útil en alguna ocasión, aprovecho para pediros un favor: he quedado finalista para optar un premio al mejor blog en la categoría de embarazo de los Premios Madresfera, junto a otras compañeras bloggers que también llevan muchos años detrás de la pantalla compartiendo sus vida con vosotras. Estoy segura que todas nos lo merecemos, pero hoy quiero pedir tu voto y pedirte que me ayudes. Es muy fácil, sólo tienes que entrar aquí y dejar tu email (no te enviarán spam ni usarán tu correo para nada más que para votar) http://bit.ly/votameporfi
No os negaré que me haría muchísima ilusión; tenéis tiempo hasta el próximo lunes 18 de enero. (Recordad validar el email para que vuestro voto quede confirmado).
¡¡MUCHAS GRACIAS!!