Revista Sociedad

La tumba del PSOE

Publicado el 10 junio 2014 por Albilores @Otracorriente

tumba del psoe

Las reacciones de los dirigentes más representativos de la dirección del PSOE como consecuencia de la abdicación del Rey dejan en un problema menor los resultados electorales de los socialistas en las últimas elecciones europeas. Sabido es que atraviesan una crisis de identidad realmente grave desde hace tiempo y que parece que los militantes de base van por un lado mientras que los mandamases del partido señalan en otra dirección, pero las declaraciones de Rubalcaba, Felipe González y otros ilustres ex dirigentes socialistas, brindando apoyo incondicional e institucional a la corona y al Gobierno para que se pacte la sucesión de la jefatura de Estado por la vía rápida y sin que los ciudadanos puedan decir ni pío, no es algo que el PSOE se pueda permitir en estos momentos en que los problemas sociales y democráticos del país reclaman hechos más que buenas intenciones.

Los orígenes del partido fundado por Pablo Iglesias eran marxistas y republicanos, pero con el tiempo el partido ha entrado en una deriva socialdemócrata que ha dejado su republicanismo y su ideología izquierdista un tanto difuminada, hasta el punto de que en muchos aspectos es casi imposible diferenciar sus actuaciones políticas de las que ofrece el PP. Si a esto le unimos la sugerencia por parte de las elites económicas y de alguna voz, como la de Felipe González, de establecer un pacto o una gran coalición entre los dos grandes partidos por el bien de la estabilidad del Estado, según dicen, la verdad es que deja a sus votantes sin demasiadas opciones.  Esto ya ha sucedido en cuestiones puntuales, como la modificación del artículo 135 de la Constitución -esa que dicen que no se puede vulnerar cuando se reclama un referéndum para que los ciudadanos puedan decir qué tipo de estado quieren- o en munchas votaciones del parlamento europeo, donde votan juntos en prácticamente el 75 % de los asuntos. La última “unión” se va a producir en la elección del presidente de la comisión europea, en la que PP y PSOE votarán al conservador Juncker, con lo que si los ciudadanos han votado al PSOE es igual que si hubieran votado al PP.

La consecuencia de todos estos despropósitos va a ser demoledora para el PSOE, quien no quiere o parece no querer enterarse de que sus votantes se sienten defraudados y los resultados de los comicios del 25 de mayo lo han corroborado. Rubalcaba ha hecho un flaco favor a su formación al prolongar su marcha de la secretaría general y pactar los tiempos de la investidura de Felipe VI sin dar una mínima posibilidad a las opiniones de buena parte de los militantes de su partido. Con esto es muy posible que se haya acabado, si no el bipartidismo, sí el PSOE como un gran partido de la izquierda y puede que las próximas elecciones no sea ya ni la segunda fuerza política de España. Obviamente los votantes tendrán que decidir, pero el olor a tufillo que desprenden sus alianzas con la rancia derecha que gobierna está dando alas a otras alternativas a priori más democráticas y con nuevas maneras de hacer política, que simpatizan más con los votantes jóvenes y progresistas no tan jóvenes.


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