La UCR está es una situación límite, tironeada entre los que quieren ir a un frente con Macri en el 2015 y los que, en cambio, buscan un entendimiento con el FAP de Binner. En el primer bloque están varios intendentes de peso de la UCR, quienes temen perder sus municipios. La variante de un frente derechista encabezado por Macri sería un recurso de emergencia para mantener posiciones.
Para Ricardo Alfonsín, luego de su acuerdo con el derechista De Narváez, un acuerdo con Macri es incompatible con la posición “socialdemócrata” de la UCR. El alfonsinismo se inclina por un acuerdo con Binner -algo que no será simple, pues hay varios dentro del FAP que resisten un acuerdo con los radicales.
Esta disparidad de posiciones puede llevar a que dos de los distritos más importantes del país -como son la provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires- sean ganados por bandos enfrentados. Todo hace pensar que en las elecciones de autoridades para el Comité de la provincia se impondrá el ala alfonsinista. Una parte de sus rivales, como los ex cobistas, ni siquiera se presentará. En la Ciudad de Buenos Aires, en cambio, las cosas están más disputadas y pueden ganar los que quieren un acuerdo con Macri. Un sector amplio de la UCR ya está adentro del gobierno de Macri. Nosiglia, operador en las sombras, parece apoyar esta alternativa. Lo mismo haría el presidente de Boca, Angelici, quien contó con el aval directo de Macri para ganarle el club al candidato apoyado por los K. En las elecciones parlamentarias de 2013, la UCR en la provincia iría con Binner y en la Ciudad con Macri. Llegar así a 2015 parece, al menos, difícil. La UCR está al borde de una disolución, que es lo que tratan de evitar Gil Lavedra y el auditor Duspouy arriesgando una presentación de la UCR en solitario. Por eso se animaron a presentarse en la marcha de la izquierda, el pasado 24 de marzo.
La juventud de la UCR, que aún maneja la FUA a través de Franja Morada, está buscando precisamente esto: una reconstrucción de la UCR ligándose a algunos procesos populares, como el de la lucha contra la minería. El lobby minero dentro de la UCR es fortísimo, como lo prueba el sometimiento de los radicales catamarqueños a La Alumbrera y Agua Rica. La Juventud Radical y la Franja Morada reproducen a su interior las divisiones del propio partido. Una aceleración de la crisis política de los K acentuaría las divisiones en la UCR y, con ello, su ocaso.
El impasse de la UCR en particular y de la oposición en general es un elemento central de la crisis más general del conjunto del régimen político.
Gabriel Solano