Revista Religión

“La UCSS expresa el Perú del Bicentenario con los hechos”. Teresa Briozzo Pereyra, decana de la FCEyH

Por Joseantoniobenito

“La UCSS expresa el Perú del Bicentenario con los hechos”. Teresa Briozzo Pereyra, decana de la FCEyH

"La UCSS expresa el Perú del Bicentenario con los hechos".

Entrevista a la Mtra. Teresa Briozzo Pereyra, decana de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades a propósito de su experiencia en el Perú, el Bicentenario y el próximo Simposio Interfacultades de la Universidad.


Mtra. María Teresa Briozzo.

REDACCIÓN CAMPUCSS

1. ¿Qué significa en su trayectoria la experiencia humana y profesional de trabajar en un país como el Perú?

Llegar desde Uruguay a Perú me amplió el horizonte. Basta recordar que Uruguay es un país pequeño, con 3 millones y medio de habitantes, en un territorio de 176.215 km2; frente a un Perú de 32 millones de habitantes, en una superficie de 1.285.000 km2. Esto amplió definitivamente el horizonte de mi vida. Llegué justo en 1992, un momento crítico para el país; con una democracia frágil y asolada por el terrorismo ya presente en Lima. Además de una epidemia de cólera en zonas emergentes, como los pueblos jóvenes. Perú era un mundo multicultural que tenía que ir conociendo mejor, en su contexto histórico y social; un mundo ensangrentado por el odio y la violencia, tal como lo mostró la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Es decir, un mundo que había que mirar con respeto, misericordia y decisión de servicio, especialmente para mí, como religiosa y educadora.

Era entrar en aquel espacio de la Patria Grande, de la que hablaba y soñaba Simón Bolívar; sueño que compartía nuestro libertador, José G. Artigas, pero que no pudo ver realizado, por lo que se exilió del Uruguay y murió en Paraguay. Comencé a conocer la realidad integrándome en movimientos juveniles parroquiales y enseñando filosofía y teología en diversos institutos para la formación de los laicos. Ello me ayudó a descubrir las aspiraciones de los jóvenes peruanos; pero, sobre todo, descubrí al hombre peruano particularmente religioso. Una realidad extraña, mejor dicho, extraordinaria para mí, que venía de un mundo marcado por el laicismo ateo que campeaba en mi país. Por otro lado, los peruanos y peruanas demostraron acogida y solidaridad para con el que llegaba de afuera. Enseguida, advertí que había mucho para hacer y que había buena pasta. Por eso, continué estudiando teología para dar mejores fundamentos a esa religiosidad natural de la cultura peruana; para que no fuera barrida por el agnosticismo y nihilismo de los países llamados desarrollados. En pocas palabras, puedo decir que el Perú me ha desafiado para dar siempre algo más de mí misma y de mi historia. Asimismo, para conocer el Perú fue importante recorrer algunos lugares emblemáticos de la diversidad cultural: Machu Picchu, Cusco, Arequipa, Huancayo, Huánuco, Caral, Huacho, Tarma, San Ramón y La Merced de Junín, Nueva Cajamarca en Rioja, Tarapoto, Moyobamba, Pucallpa, Atalaya, Lurín, Paracas, Nazca, Palpa, Trujillo, Chiclayo. En fin, admiro la gran riqueza y diversidad de culturas y riquezas peruanas.

2. ¿Cómo veía al Perú antes de llegar aquí?

Conocía poco del Perú, es decir, lo que se estudia en la secundaria. Ciertamente, conocía las luchas por la independencia, algunas ambigüedades de la conquista y evangelización, y las dificultades de consolidar la vida republicana. Pero en el Instituto de Profesores donde estudié filosofía, se respiraban los sueños de liberación comunista, al estilo cubano, que aspiraba llegar a toda América Latina. Personalmente, yo percibía que el mundo era más amplio que mi querido país y conversando y preguntando me llegó una invitación del entonces Padre Lino Panizza para venir a trabajar al Perú. Yo me entusiasmé enseguida, pese a que algunos amigos me decían que eligiera una muerte más digna, considerando la epidemia del cólera y en el terrorismo en el Perú. Sin embargo, llegué junto a tres Hermanas capuchinas más que, en pleno toque de queda, nos deslizábamos por Lima cautelosamente desde el aeropuerto y, por los apagones sistemáticos, a la luz de una vela, ya en nuestra casa en Chorrillos, brindábamos por la llegada y la nueva misión. A los tres días de llegadas, explota el coche bomba en la calle Tarata, en Miraflores. Pronto percibí la complejidad de la situación histórica en la que me estaba embarcando, pero no sentía miedo, me parecía muy oportuna nuestra presencia, aunque fuera para dar un pequeño estímulo de serenidad, esperanza y solidaridad.

3. ¿Qué cree Ud. que la UCSS le dice al Bicentenario de la Independencia del Perú?

Ante todo, me siento con la obligación de comentar lo que la UCSS me ha dicho a mí en estos quince años de trabajo. Rápidamente me demostró que estaba en mi casa y en mi familia, trabajando hombro a hombro con las columnas de la Institución. Personalmente y profesionalmente he aprendido mucho de los grandes maestros que lideran la universidad y es esto lo que se testimonia a los estudiantes en las decisiones cotidianas. Creo que la UCSS expresa el Perú del Bicentenario con los hechos: ella trata de poner en pie lo mejor de la mujer y del hombre peruano, preparándolos para ser actores positivos, creativos para una sociedad más humana y profesional. Con sus opciones prácticas, dice al Perú que hay que ser incluyentes con los que tienen menos recursos y con las diversas culturas. Por eso, de un modo inédito y clarividente lo dice asumiendo la educación de los pueblos originarios que promueven sus propias comunidades, culturas y lenguas. Asimismo, la UCSS le dice al Perú del Bicentenario que el futuro del país se construye con el esfuerzo, con la prolijidad en el trabajo intelectual y profesional. Sin hacer ruido, la UCSS es como una selva que crece; por tanto, está gestando una verdadera transformación social en buena parte del pueblo peruano, que cada vez se amplía a lo largo y ancho del país. La UCSS tiene una marca humanista cristiana, lanza a la vida pública hombres libres y responsables del bien común de la sociedad, educando con seriedad en las diversas profesiones. En otras palabras, en este Bicentenario de la Independencia, la UCSS demuestra que es posible ser mejores personas, más humanos y solidarios, capaces de construir un Perú con altos ideales. Hace unos días, entrevistaba y escuchaba la clase modelo de dos ex alumnos nuestros que, ya con su maestría, postulaban por una cátedra de la FCEH y el jurado calificador comentaba complacido: se nota que son nuestros exalumnos, tienen el sello de la UCSS.

4. El 2021, pasada la peor parte de la pandemia ¿Qué expectativas se tiene con la educación a la luz del Pacto Educativo Global propuesto por el Papa Francisco?

La pandemia de la Covid-19 nos ha recordado, como decía el Papa Francisco, que estamos todos en la misma barca de la humanidad, creo que, de estos sufrimientos estamos saliendo más humanos y solidarios para enfrentar los nuevos desafíos, como nación. Considero que es la hora de estar unidos para participar activa y cuidadosamente en la vida del país; no podemos dejar a los gobernantes de turno que hagan su fiesta por cinco años, no. Pienso que ya existe, en las nuevas generaciones una conciencia democrática acrisolada, para buscar crecer por los caminos de la libertad, responsabilidad y honradez. Basta reconocer el signo de "Los jóvenes del Bicentenario". A mi entender, es preciso que todos nos comprometamos más por el Perú y doy fe de que nuestros estudiantes lo desean y se sienten capaces. En tal sentido, el Pacto Educativo apunta a la formación de un hombre nuevo, que tenga el coraje de poner a la persona en el centro, de invertir las mejores energías para educar en la creatividad y responsabilidad; para formar personas dispuestas a ponerse al servicio del bien común de la comunidad y no del dinero, ni del prestigio, ni del poder.

5. ¿Qué objetivos tiene el próximo Simposio Interfacultades de la UCSS para los jóvenes universitarios de todo el Perú?

El Simposio significa un hito de reflexión que nos invita a evaluar, mejorar y proseguir el camino de la educación ya iniciado por la UCSS. Está diseñado para ser un momento importante que nos ayude a clarificar y fortalecer, el norte de nuestro futuro trabajo educativo, en el cual docentes y estudiantes identifiquemos los recursos para construir el proyecto grande de formar la "Aldea de la educación". El mismo Francisco nos propone tres líneas de acción concretas. En primer lugar, centrarse en el valor y dignidad de la persona, en su singularidad y en su capacidad de relacionarse con los demás y con el mundo que le rodea. En segundo lugar, promover la acogida y la escucha del otro, en especial de los jóvenes y niños, con el fin de que sean capaces de trabajar juntos, en donde nadie quede afuera o esté demás. Finalmente, unir esfuerzos y crear ideales, respetando la diversidad, para comprometernos en la causa común de la educación, creando redes educativas que promuevan las diversas culturas, la investigación y el cultivo de la inteligencia al servicio del bien común del país y de la humanidad[1]. En efecto, Francisco recomienda reconstruir una alianza educativa para crear la "Aldea educativa". Es decir, debemos hacer que crezca la conciencia de lo que une a las personas en todos sus componentes: el estudio y la vida; las generaciones; los maestros y los estudiantes; la familia y la sociedad civil con sus expresiones políticas, productivas, empresariales y solidarias[2]. En definitiva, se trata de un proyecto de corto, mediano y largo aliento en el cual nos estamos embarcando con este Simposio.

 Fuentes Bibliográficas:

[1] Cf. Luiz F. Klein (SJ) (2021), Papa Francisco: La nueva educación y el Pacto Educativo Global, pp. 33-34.

[2] Cf. Francisco (2019) Videomensaje del lanzamiento del Pacto Educativo.


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