La convocatoria de un referéndum en Grecia para decidir sobre el último plan de rescate ha despertado las iras de la Unión Europea. Las amenazas y el chantaje, como era previsible, no se han hecho esperar. De entrada, se congelan los 8.000 millones de euros comprometidos y a partir de este punto todo es posible. No en vano hablamos de delincuentes, aunque se disfracen de políticos. La crisis económica está siendo utilizada como coartada para negar la democracia, que se convierte así en una víctima más de la avaricia de los mercados, que han pervertido la política, comprando gobiernos y formaciones. Da igual que gane las elecciones un partido u otro, incluso aunque aparentemente representen ideologías diferentes; al final, todos aplicarán las mismas medidas, dictadas desde el poder financiero, que actúa en una especia de dictadura disfrazada de pseudodemocracia. No sé lo que ocurrirá en Grecia, pero, al menos, podrán decidir e incluso equivocarse. Lo único que tengo claro es que el pueblo heleno no es responsable de lo que está ocurriendo en su país y confío más en ellos para buscar una solución que en quienes les han conducido a esa situación.