Revista Salud y Bienestar
Entre los múltiples factores que contribuyen a la obesidad infantil habría que incluir un producto con aureola de saludable como los zumos. Sin embargo, la Comisión Europea ha propuesto a los 27 estados miembros de la Unión Europea (UE) prohibir que se añada azúcar a este tipo de productos y contribuir a una dieta más equilibrada. Actualmente, la directiva comunitaria 2001/112/CE y el correspondiente Real Decreto 1050/2003 permiten agregar a los zumos hasta un máximo de 15 gramos por litro para corregir la acidez. Por tanto, la medida planteada desde Bruselas se incorporaría como enmienda a la presente directiva europea sobre zumos de frutas. Esta prohibición «sólo afectaría a los zumos de frutas y concentrados», explica Johan Reyniers, portavoz del Departamento de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea.
Para evitar la confusión entre zumos de frutas, concentrado y néctar conviene aclarar que éste último se obtiene a partir de frutas trituradas a las que se les ha añadido agua, azúcar y ácidos de fruta, por lo que aportan más calorías En el caso del concentrado, se elimina parte del agua que posee la propia fruta y, por tanto, el sabor es mucho más intenso, pero también más amargo. Y, los zumos de frutas, o el clásico «brick» es un derivado de los concentrados que, una vez deshidratado, se envasa y se le añade azúcar para que, en función de la fruta que lleve, sea más tolerable al paladar.
A este respecto, Lucía Bultó, miembro de la Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas (AEDN) y portavoz del Centro de Referencia CDO/GDA, aclara que «un zumo hecho en casa posee alrededor de un 90 por ciento de agua, mientras que al néctar o al concentrado se elimina una gran parte y queda una mayor concentración de fruta, pero también de azúcar». La normativa actual establece que esta disminución de agua no puede ser superior al 50 por ciento. Paliar la acidez La doctora Juana María Morillas Ruiz, profesora del Departamento de Tecnología de la Alimentación y Nutrición de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, explica que lo primero que hay que aclarar es que «un zumo cien por cien natural que adquirimos en cualquier supermercado no puede llevar azúcar añadido porque está prohibido. Tan sólo posee el de la propia fruta que será mayor o menor en función del que escojamos.
Por ello, uno de uva tendrá más azúcar que uno de manzana o de naranja. Sin embargo, si optamos por los multifrutas, néctares o concentrados, no hay más remedio que añadirle, según establece la ley, azúcar para rectificar la acidez que le puede dar algunas variedades como la piña o el pomelo. Si esto no se hiciera, el consumidor no podría tomarlos». A este respecto, Reyniers sostiene que «la adición de azúcar o miel seguiría estando autorizada hasta el 20 por ciento del peso total en el caso de los néctares de frutas». Aunque «todavía es difícil saber cuándo se podrá establecer esta medida, no creemos que pueda plantear ningún problema entre los gobiernos de la Unión Europea», matiza el portavoz europeo y añade que pese a que es previsible que pueda levantar protestas en el sector, «antes de elaborar la propuesta se consultó con la Asociación Europea de Zumos de Frutas y forma parte de su código de buenas prácticas».
Los expertos españoles apoyan esta iniciativa y tal y como explica Antonio Villarino, catedrático de Bioquímica y profesor de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, «el problema reside en que sí que es cierto que los zumos se endulzan demasiado, aunque también se hace para que tengan una mayor palatabilidad». En esta misma línea se sitúa Bultó quien añade que «si el azúcar no se quema rápido a través, por ejemplo, de la práctica de ejercicio físico, se convierte en grasa y puede favorecer los problemas de obesidad». Para evitar una cantidad excesiva de azúcar, Morillas recuerda que en el mercado «existen variedades elaboradas con edulcorantes que están permitidos por ley y que, por tanto, son aptos para las personas que quieren cuidar la línea».
El avance tecnológico en este campo ha permitido la presencia de variedades comerciales aptas, aunque nunca podrán suplir al elaborado en casa porque en éste «se conservan las vitaminas, ya que el producto no sufre un proceso de oxidación como sucede con el que se oferta en el supermercado», afirma Bultó. La manera más segura de que el consumidor pueda elegir el tipo de zumo que más se adapte a sus necesidades reside en leer bien la etiqueta. A este respecto, Bultó asegura que «todavía queda un largo camino por recorrer en este tema, pero el nuevo sistema de etiquetaje es claro, conciso, se ve muy bien gracias a los colores y aparece destacado la cantidad de azúcar que el producto en cuestión posee por ración».
**Publicado en "La Razón"
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