Desde hace algún tiempo; cuando vi por primera vez El increíble castillo vagabundo, he tenido como meta personal ver la mayoría de las películas de Studio Ghibli, por lo que comencé a buscar títulos como Kiki: Entregas a domicilio, Porco Rosso, Ponyo en el acantilado, Mi vecino Totoro y otras cintas que nunca pensé que me llegarían a lo más profundo de mi corazón.
No porque hayan cambiado mi forma de ver el mundo, sino por cada uno de los elementos que las componen. El arte visual, los personajes, la música de fondo, los diálogos, los mensajes… ¡Vaya! Cada detalle que nos haga maravillarnos por tan excelente producción.
Sin embargo, a pesar de que mencioné algunas de sus cintas más destacadas, en esta ocasión, no voy a introducirlos a un trabajo del maestro Hayao Miyazaki. Sino a uno de su viejo amigo, colaborador y co-fundador del Studio Ghibli, Isao Takahata, quien, lamentablemente, perdió la vida en una dura batalla contra el cáncer de pulmón, el pasado 5 de abril de 2018.
Por ello, y como un pequeño homenaje, voy a contarles sobre su último trabajo:
La leyenda de la princesa Kaguya.
Basada en el antiguo relato japonés, “El cuento del cortador de bambú”, la historia nos transporta al periodo Heian (794-1185), donde un anciano cortador de bambú encuentra a una pequeña princesa, que surge inesperadamente de una brillante caña de bambú. Llevándola en sus manos, el hombre vuelve a su casa y le cuenta a su esposa lo sucedido, tomando la decisión de criarla como si se tratara de su propia hija.
Varios días después, el anciano vuelve al bosque y encuentra en otras cañas brillantes de bambú pepitas de oro y ropas elegantes. Concluyendo que estas pertenencias vienen del cielo, cree que la pequeña niña; apodada por los chicos de la aldea como “Lil Bambú”, debe ser convertida en una noble princesa. Por esa razón, se decide a partir a la capital y comenzar con los preparativos necesarios para hacer de la joven, alguien digna de la alta sociedad japonesa.
La primera vez que yo vi este filme no pude encontrarlo en español latino, por lo que tuve que verlo subtitulado. En aquel entonces, me fue un poco difícil entender algunos conceptos y secuencias, ya que había palabras y costumbres antiguas del país nipón con las que no estaba familiarizada. Afortunadamente, y gracias a este artículo, me animé a buscarla otra vez y, para mi bendición y sorpresa, la pude encontrar doblada.
Con esta segunda revisión de la cinta; y tal y como sucedió en la primera ocasión, quedé fascinada con el estilo de animación. Porque, literalmente, es como ver bocetos hechos en acuarelas, moviéndose mágicamente en la pantalla. Sin embargo, no por ello, significa que el estilo de dibujo sea “insignificante o mal hecho”. ¡Al contrario!
Este cambio de estilo; comparado con el de sus antecesoras, le da un toque único e inigualable. De hecho, gracias a esto, se puede decir con seguridad que, sin importar la técnica que uno utilice para crear animación (tradicional o digital), SIEMPRE se puede hacer algo diferente y además, contar una buena historia.
Pero, ¿Qué sería de esto último sin una banda sonora que se sincronice a la perfección con las imágenes que la cuentan?
A lo largo de los años, y desde su primera colaboración con el maestro Hayao Miyazaki (Nausicaa del valle del viento), Joe Hisaishi nos ha regalado magnificas composiciones que representan con claridad los sentimientos de los personajes de Ghibli. Y La leyenda de la princesa Kaguya no fue la excepción. Desde un canto profundo dedicado a la naturaleza, hasta los exquisitos toques de un instrumento de cuerdas, el soundtrack de esta película es capaz de transportarnos a un mundo colorido que, al mismo tiempo, puede sumergirse en la tristeza y la melancolía. Dos sentimientos que acompañaran a la pequeña Lil Bambú durante su transformación a una dama de la nobleza.
El cuento original
Se cree que es el texto más antiguo de Japón y, por lo mismo, se desconoce quién es el autor. Si bien, la adaptación creada por el maestro Isao Takahata y los animadores de Ghibli está basada en este relato, hay notables diferencias que las separan (como suele suceder en la relación entre los libros y el cine hoy en día). Una de ellas, sería la presencia de los niños de la aldea, a quienes (al menos, en la versión que yo encontré, porque son varias), nunca se mencionan en el transcurso del cuento.
De hecho, se le da más importancia a la vida de la princesa Kaguya, partiendo por el icónico encuentro entre ella y el cortador de bambú, que a las relaciones sentimentales que pudo haber tenido con personas que fueran diferentes a su posición social y económica. Un aspecto que si se ve en la cinta animada.
Por ahora, esas son las únicas diferencias que puedo comentar, ya que la idea de presentar este artículo, no es hacer la mayor cantidad de spoilers posibles, sino, de invitar, a todos aquellos que no conozcan esta película, a verla, a maravillarse con cada detalle que tiene y, ¿Por qué no? A compartirla con personas a las que les puede llamar la atención esta clase de contenido.
¿Es apta para todo público?
Aún en la actualidad, todavía existe la gente que piensa que las películas de animación son para niños. Lo cual es algo incierto, en especial, cuando hablamos de películas o “caricaturas” (anime, mejor dicho) que provienen de Japón.
La leyenda de la princesa Kaguya, aplica a esta última afirmación, porque es una historia que puede ir desde los momentos más puros e inocentes, hasta los más desgarradores y fríos. Un ejemplo de esto, serían los cambios emocionales por los que pasa Lil Bambú. Algo que, personalmente, no recomiendo que vean los más pequeños de la casa, porque puede que no entiendan bien lo que sucede con ella y el por qué “debe” tener cierto comportamiento con “x” persona(s).
(Cielos, esto de explicar el contenido de una película sin dar un poco de spoilers… ¡Es complicado!).
En este filme, no vemos a una princesa sumisa que espera a que su príncipe la rescate o a una chica común que se transforma de la noche a la mañana en alguien de la realeza. Este, es el cuento de una niña que se convierte en princesa; gracias a decisiones ajenas, y que debe enfrentar ciertas dificultades para conocerse a sí misma y saber lo que es la verdadera felicidad.
Con el estreno de esta magnífica obra, a finales del año 2013, Isao Takahata se despidió del Studio Ghibli, entregándole al público; tanto el que reside en Japón como el de otras partes del mundo, una obra magnifica que merece apreciación por sus mensajes maduros y la simple, pero hermosa, animación que posee.
Muchas gracias por entregarnos esta bella joya para la animación.
Hasta siempre, Isao Takahata.