Hoy no os traigo una reseña, un relato, una presentación, un premio, un concurso, una falta de ortografía o una entrevista. Hoy os traigo una POLÉMICA. Con mayúsculas. Nunca antes había publicado nada de este estilo en Cuéntate la vida pero ahora no he podido resistirme. Aprovechando que ya había escrito sobre el tema en Foro Político, se me ha ocurrido compartir con todos vosotros la última polémica provocada por el escritor Fernando Sánchez Dragó para saber vuestra opinión ya que, al fin y al cabo, también es literatura.
En su último libro Fernando Sánchez Dragó, que presenta en Telemadrid el programa Las noches blancas, relata las relaciones que mantuvo en Japón con dos niñas de 13 años en la década de los sesenta. Esta confesión no ha dejado indiferente a nadie, ni siquiera a los políticos. El Partido Socialista de Madrid ha pedido la destitución de Sánchez Dragó de la televisión pública y Esperanza Aguirre le ha quitado importancia a esta cuestión y ha destacado que la literatura es sólo eso, literatura y que está llena de relatos que narran actos absolutamente reprobables.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha querido ir más allá en su defensa de Sánchez Dragó y ha señalado que no se pueden quemar los libros en la hoguera ni mucho menos quemar a los autores. Para Aguirre no hay ningún problema con este asunto, ya que el escritor no ha hecho propaganda o apología de un delito en la televisión pública.
El último libro de Sánchez Dragó, editado por Planeta, se titula Dios los cría… y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción… y en una de sus páginas el escritor asegura haber mantenido relaciones sexuales con dos “lolitas” de 13 años en Tokio en 1967. En la novela cuenta que salió del metro y se topó de frente “con unas lolitas de esas -ahora hay muchas- que visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda…”.
No contento con estas declaraciones, en el libro Sánchez Dragó prosigue: “Las muy putas se pusieron a turnarse”. Y afirma: “Las delincuentes eran ellas y no yo” y, por si fuera poco, el escritor se enorgullece de ello y recuerda que el delito ya ha prescrito. Y a lo largo de las páginas de su última novela continúa: ”Era un grupo de chicas y chicos. Nos fuimos a tomar un café al lado de la estación de Ikebukuro. Hubo risas, chanzas y coqueteos. Luego cada mochuelo y cada mochuela se fue a su olivo. No creo, además, que tuvieran 13 años, sino algunos más. Era una forma de hablar. Los jóvenes japoneses tienen un aspecto muy aniñado”.
Y por mucho que Sánchez Dragó trate ahora de evitar la polémica quitando importancia a lo que él llama una anécdota que ha convertido en literatura, las palabras de su último libro sobre lo que él denomina lolitas no dejan indiferente a nadie. “No hay nada como la piel tersa, los pechitos como capullos, el chochito rosáceo”.
Después de estas palabras, el comité de empresa de Telemadrid y CC OO, UGT y CGT han pedido a la dirección de la cadena pública madrileña la destitución inmediata del presentador. Sin embargo, Telemadrid todavía no se ha pronunciado y la presidenta de la Comunidad de Madrid y responsable última de la televisión pública, Esperanza Aguirre, no ha dudado a la hora de defender a Sánchez Dragó.
Desde luego, sean o no ciertas y por mucho que haya pasado el tiempo, resulta vergonzoso, repugnante y reprochable que un personaje más o menos público y reconocido que además trabaja en una televisión pública pueda afirmar incluso con sorna que ha practicado la pederastia, quedarse tan ancho e irse de rositas.
Pero esto sólo ha sido la primera parte de la polémica. Ahora son los intelectuales de nuestro país los que se lanzan a defender al escritor. Filósofos como Fernando Savater o Gustavo Bueno; escritores como María Dueñas, Luis Alberto de Cuenca, Benjamín Prado o Juan Bonilla; el cineasta José Luis Garci, el dramaturgo Albert Boadella y otros muchos famosos del mundo de la cultura han firmado un manifiesto que se titula Contra la quema de libros. Manifiesto por Fernando Sánchez Dragó.
De esta forma quieren poner fin a los ataques públicos que ha recibido en los últimos días el polémico escritor, incluyendo la retirada de sus libros. En el manifiesto los intelectuales expresan su solidaridad con Sánchez Dragó y afirman sentirse horrorizados ante las dimensiones y el tono que ha tomado esta campaña de insultos y persecuciones hacia el escritor. Para los que han suscrito el manifiesto, resulta incomprensible que se desate semejante odio hacia un escritor.
Sin embargo, van más allá y aseguran que el hecho que en forma de literatura relata Sánchez Dragó en su último libro está inequívocamente amparado por la ley ya que sólo se trata de haber mantenido algún atisbo de relación sexual con menores que actúan con su pleno consentimiento.
No contentos con eso, acusan a la sociedad española de atacar a Sánchez Dragó por ser una persona que se aparta radicalmente de los valores políticamente correctos, algo que para los intelectuales resulta intolerable y escandaloso porque va en contra de la libertad de expresión.
Resulta muy llamativo y paradójico que esos intelectuales que tanto defienden la libertad de expresión no dejen expresarse libremente a quienes consideran que los hechos que Sánchez Dragó relata en su libro son, si no ilegales, sí inmorales. Resulta vergonzoso, repugnante y reprochable que un personaje público y reconocido que además trabaja en una televisión pública pueda afirmar incluso con sorna que ha practicado la pederastia, quedarse tan ancho e irse de rositas.
Ellos sí tienen libertad de expresión para decir todo lo que quieran, pero parece que sólo la tienen ellos. Cuando se les critica ya no es libertad de expresión, son ataques, persecuciones y quemas en la hoguera. Por otra parte, resulta también muy paradójico que continuamente hagan referencia a la quema de libros, cuando nadie ha quemado ningún libro. Y si se han retirado obras de Sánchez Dragó de la circulación o no es cosa de cada uno, ya que cada librería tiene libertad para decidir qué libros quiere vender y qué libros no. Porque la libertad es para todos, ¿o tal vez no?