Revista En Femenino
Mariana de Neoburgo supuso el epílogo de uno de los capítulos más largos de la historia de España. Dos siglos después de la llegada al poder del emperador Carlos V y de la instauración de la dinastía de los Habsburgo en tierras españolas, la Casa de Austria, en su rama ibérica, desaparecía del mapa con el fallecimiento sin descendencia del desdichado monarca Carlos II. Su viuda, la reina Mariana, fue el último recuerdo de un tiempo glorioso que terminó convirtiéndose en decadente. Como su antecesora, María Luisa de Orleans, no pudo darle un heredero a la corona, no porque no pudiera, sino porque su cónyuge, al que todos llamaban "El Hechizado" fue víctima de las múltiples y aberrantes mezclas consanguíneas. Que Mariana no diera descendencia a la corona no fue óbice para que no ansiara gobernar en su nueva casa. No en vano fue conocida como "El primer ministro del rey".
Hija de una fecunda familia
María Ana del Palatinado-Neoburgo nació el 28 de octubre de 1667 en el Palacio de Benrath, en la ciudad alemana de Düsseldorf. Fue la duodécima hija del elector del Palatinado Felipe Guillermo de Neoburgo y de su esposa, Isabel Amalia de Hesse-Darmstadt.
Mariana pasó su infancia rodeada de sus múltiples hermanos (su madre llegó a dar a luz hasta veintitrés vástagos).
La esperanza del último Austria
Esa amplia fertilidad de su madre fue probablemente una de las razones por las cuales su nombre fue planteado para sustituir a María Luisa de Orleans en el lecho conyugal del rey de España Carlos II. La primera esposa del monarca había muerto en 1689 sin conseguir engendrar un hijo de Carlos, un heredero que urgía para estabilizar la línea sucesoria española. El hecho de ser cuñada del emperador Leopoldo I fue también una importante razón para escoger a una princesa emparentada con la poderosa rama austriaca de los Habsburgo.
Así, el 28 de agosto de 1689 tenía lugar en la ciudad alemana de Ingolstadt, la boda por poderes de Mariana y Carlos. Aunque no fue hasta el 14 de mayo de 1690 cuando ambos contrayentes se encontraron cara a cara por primera vez en el Convento vallisoletano de San Diego.
La esposa gobernanta
Mariana, como ya sufriera su antecesora, no consiguió ser fecundada por el rey. Y como María Luisa, fingió en repetidas ocasiones no sólo un embarazo sino el consecuente aborto de un supuesto heredero.
Incapaz de conseguir su principal cometido como esposa del rey, Mariana no se quedó relegada en sus aposentos. No sólo intercedió por la elección de su sobrino, el Archiduque Carlos, como posible heredero de "El Hechizado", sino que manejó a su antojo muchos asuntos de gobierno hasta el punto de autonombrarse "primer ministro del rey".
La viuda relegada
Cuando el triste año de 1700 avanzaba inexorablemente y el final de Carlos II se veía cada vez más cercano, éste decretó en su testamento una pensión para su esposa y la elección de un señorío de por vida en el lugar del territorio español que ella deseara.
Pero desaparecido el último Austria, y con la llegada al trono del primer Borbón, Mariana fue expulsada de la corte de Madrid por Felipe V y relegada a vivir en el sombrío alcázar de Toledo en el que tuvo que pasar muchas privaciones económicas.
Las constantes cartas que dirigió a algunos miembros de su familia no sirvieron para nada. Tuvo que esperar seis años para que su destino cambiara. Cuando el archiduque Carlos de Austria ocupó Toledo en 1706 y su tía Mariana celebró públicamente su llegada, el rey ultrajado no se olvidó de tal afrenta. Felipe V la desterró tiempo después a Bayona. Algunas voces aseguraron que en el tiempo que estuvo desterrada se casó en secreto y consiguió tener descendencia, demostrando así que el problema de fertilidad no fue suyo, sino del rey. Fuera verdad o no su supuesta maternidad, nunca fue de dominio público.
La reina consiguió volver a España en 1739 gracias a su sobrina Isabel de Farnesio, que se había convertido en la segunda esposa de Felipe V. Mariana se instaló en el Palacio del Infantado de Guadalajara donde falleció poco tiempo después, el 16 de julio de 1740.
Su cuerpo descansa en el Panteón de Infantes de San Lorenzo de El Escorial.