Renunciar a ser la única, la especial, la privilegiada, la elegida,
es ganar en expansión y en libertad.
Es reconocer la grandeza potencial que hay en todos.
Renunciar a la posesión del solo mio, es ganar en abundancia.
Es ver la multiplicación de aquello que se entrega y saber que nada puede retenerse.
Renunciar al control es ganar en confianza.
Es saberse sostenido por el universo y llenarse de certeza.
Renunciar al hábito del miedo, la duda, la envidia, la ira y los celos, es ganar en grandeza y seguridad.
Es ver de frente nuestras inseguridades y carencias.
Reconocer que las relaciones no se sostienen desde las falsas promesas que dan falsa seguridad, sino desde el contacto con nuestra inmensidad y nuestro inagotable Amor.