Revista Sociedad
La señora Merkel como máxima representante del gobierno alemán, ha causado un daño incalculable al sector agrario y agroalimentario español como primer exportador de pepino al país alemán.
Las consecuencias económicas son ya gravísimas para el sector de frutas y hortalizas españolas, cuyas exportaciones en el año 2010 se elevaron a 9,4 millones de toneladas, de las que el 24%, 2,2 millones de toneladas, se destinaron a Alemania, primer destinatario de la exportación española de frutas y hortalizas. El valor de la exportación hortofrutícola en 2010 ascendió a 8.636 millones de euros y a Alemania fueron 2.032 millones de euros, según datos de la Dirección General de Aduanas.
El gobierno alemán, saltándose todo el protocolo previsto para estos casos y sin pruebas suficientemente contrastadas, ha acusado al pepino español como foco de infecciones por la bacteria E.coli, que ya ha causado la muerte a 16 personas.
Ahora acaban de rectificar y disculparse pues al parecer no son los pepinos españoles los portadores de la cepa mortal.
El mal ya estaba hecho y de una forma gravísima. El efecto contagio ha sido tal que muchos países han cancelado sus pedidos, no sólo de pepinos sino también de otras hortalizas y frutas.
Por eso, afirmo que llega tarde, muy tarde, demasiado tarde, la disculpa del gobierno alemán.
Por eso digo que la única cepa mortal para la ciudadanía europea es la propia señor Merkel.
La mano de hierro europea que mira con recelo y sin ninguna empatía hacia los países del sur de Europa.
Que impone sus políticas asociales y neoliberales que estrangulan a millones de ciudadanos europeos.
Que se permite afirmar con rotundidad que los españoles tenemos muchas más vacaciones que los alemanes, y anima a los empresarios españoles a endurecer aún más los "contratos de trabajo".
Que sin embargo en sus continuas "coces" no tiene en cuenta los salarios y las prestaciones que tienen los trabajadores alemanes y los que tienen los españoles.
Me tiene harta la señora Merkel y ya tenía ganas de decírselo. La crisis de los pepinos obligome a ello y me lo puso en bandeja.