¿Han conseguido mejorar el sistema político países que han realizado "revoluciones" populares contra la corrupción dominante y la falta de democracia, como Egipto, Libia, Túnez y otros? El intento de Grecia fracasó, pero ¿Conseguirán algo Ukrania o Bosnia, cuyos respectivos pueblos están en la calle, alzados contra las sucias castas gobernantes? ¿Hemos conseguido algo los españoles derrotando y humillando al PSOE en las urnas por el sucio, corrupto y penoso gobierno de Zapatero? ¿Acaso no ha llegado Rajoy alimentando la pobreza, arrebatando derechos y sembrando tantas inquietudes y frustraciones como Zapatero por sus falsedades, injusticias y abusos?
Somos muchos los que creemos que las derrotas de los canallas que gobiernan mal no suelen mejorar las cosas, ni tampoco mejoran cuando se cambian las estructuras del poder, por lo menos sustancialmente, si no llevan consigo, además, un cambio en los valores y las personas. La política y la ética hacen agua en muchos países porque las sociedades humanas se han desarmado de valores y principios, lo que ha hecho posible que los peores alcancen el poder y gobiernen.
Solo hay una ruta segura y garantizada hacia la regeneración: formar verdaderos ciudadanos.
Los ciudadanos son hoy una especie en peligro de extinción en todo el mundo, pero en España son mas escasos que el lince ibérico. Han sido sistemáticamente exterminados por los políticos y sus partidos, que se han dedicado a embrutecer, debilitar, confundir y viciar a la ciudadanía porque es más fácil gobernar a una masa de borregos torpes y acobardados que a librepensadores celosos de sus derechos y deberes, vigilantes, cumplidores y exigentes, como son los auténticos ciudadanos.
Si en España hubieran existido tan solo 100.000 ciudadanos, nunca habrían podido ejercer el poder mequetrefes tan injustos, mediocres e inútiles como González, Aznar, Zapatero y Rajoy. Pero es probable que el número de verdaderos ciudadanos en España, desde la muerte de Franco, nunca haya superado ni siquiera el millar.
La Historia ha demostrado que de nada sirve cambiar el partido que gobierna por otro que promete hacer las cosas mejor y que tampoco funcionaría un cambio de las estructuras del poder y del sistema sin que antes cambien y mejoren los hombres y las mujeres. La sociedad, mal educada, permisiva y corrompida, permite que los peores individuos asuman el poder y que partidos políticos cargados de delitos y arbitrariedades, habituados a anteponer sus intereses al bien común, que ni siquiera merecen existir, sean las organizaciones mas poderosas de la nación.
La única salida del basurero de la política actual es educar a las personas para que sean mejores y dedicar el mayor esfuerzo de la sociedad en formar ciudadanos. La existencia de ciudadanos es la única garantía para que los canallas y los sinvergüenzas no prosperen y tomen el poder.
En las escuelas y en los hogares hay que enseñar a los niños a ser demócratas, a respetar a los demás y sus opiniones, a compartir, a defender sus ideas, a no soportar la opresión, a rechazar la injusticia, a debatir en armonía, a fortalecer los valores, a ser pulcros y a valorar, por encima de todo, la honradez y decencia.
Con hombres y mujeres educados en los valores, personajes tan desgarrados y degradados como Rajoy, Rubalcaba, Cayo Lara y los nacionalistas que gobiernan cargados de odio a España no serían posibles, como tampoco serían posible la injusticia reinante, los impuestos abusivos, la desigualdad hiriente, la vejación continua de la democracia, la manipulación de la Justicia, la marginación del ciudadano y los incontables vicios del poder, desde la arrogancia al amor desordenado a los privilegios, las ventajas y el abuso.
Soy consciente de que a muchos de los lectores de Voto en Blanco este artículo les parecerá un sermón, pero no me importa porque estoy convencido de que no hay otra ruta garantizada hacia la regeneración. Cada vez que el hombre hizo la revolución, sin que cambiaran las personas, la revolución fue pronto dinamitada y regresaron pronto los predadores, acumulando mas sabiduría y capacidad para la opresión. Después de la revolución Francesa llegó Napoleón y después del Zar llegaron Lenin y Stalin. En España, después de Franco llegaron los falsos demócratas, una gente hipócrita y ajena a la verdadera democracia que superó al Franquismo en casi todos los terrenos de la miseria y el abuso.