Me lo piden una y otra vez: "aporte usted soluciones y no se limite a criticar". No saben que he aportado cientos de veces la única solución en la que creo: fabricar ciudadanos. Si España es hoy una pocilga a la que nadie respeta en el mundo es porque el país carece de ciudadanos y porque la chusma dominante ha permitido que los políticos construyan un país sin decencia, sin Justicia y sin honor, donde los sinvergüenzas y ladrones han entrado en la política y donde los partidos políticos, sin controles democráticos suficientes y disfrutando de una obscena impunidad, se han apropiado del Estado, desde el cual han perseguido y masacrado al ciudadano, convirtiéndolo en una especie en peligro real de extinción.
"Fabricar ciudadanos" es la única salida que le queda a España. Cualquier otra opción será irreal, tramposa o ineficaz. De los actuales partidos políticos, que son el corazón del problema, no puede llegar la solución. La única vía de escape posible hacia la dignidad perdida y la decencia proscrita es la ciudadanía.
Los gobiernos inicuos, corruptos y antidemocráticos saben que gobernar a incultos aborregados, divididos y corrompidos, es mas fácil que gobernar a ciudadanos responsables, cumplidores y exigentes. Sin dudarlo, debilitan los sistemas educativos para que no produzcan ciudadanos, sino esclavos.
Las sociedades nunca cambian si no cambian sus miembros. Un cambio de sistema solo consigue remedios temporales porque la sociedad, si es perversa o corrupta, termina pervirtiendo y corrompiendo el nuevo sistema.
El ciudadano es un ser de élite, una especie de punto cumbre de la especie. Sin ciudadanos nunca podrán existir la democracia, ni la Justicia, ni la equidad. El ciudadano es cumplidor, decente, exigente y adicto a los grandes valores, participa en la política y vigila a los gobernantes porque sabe que la política es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos. Cree en el autogobierno, única manera digna de gestionar la sociedad y soporta el Estado como un mal menor, como un invento del diablo que no hay mas remedio que tolerar, pero siempre en su mínima dimensión, sin permitirle crecer, sin admitir jamas que, como ha ocurrido en España, los peores seres humanos y los mas alejados de la virtud y del honor se apoderen de él, lo saqueen y le conviertan en un instrumento de sometimiento de los ciudadanos al servicio del mal y del abuso.
Siento mucho decepcionar a los que esperan soluciones fáciles, pero la única solución que puedo avalar es la de educar y fabricar ciudadanos. Si el país está lleno de chorizos y canallas es porque los ciudadanos lo hemos permitido. Si existiera un número notable de ciudadanos de verdad, que son gente cumplidora, exigente, vigilante del poder, consciente de lo que es la democracia e implacable a la hora de luchar contra el delito y, sobre todo, contra los abusos del poder, España sería diferente. Nos han construido una democracia falsa y trucada y no hemos protestado siquiera; cuando Alfonso Guerra gritaba que Montesquieu había muerto, los españoles sonrieron, en lugar de meter en la cárcel a quel violador de la democracia; cuando Tierno Galvan empujaba a los jóvenes madrileños a que se drogaran (colocarse), en lugar de meterlo en la cárcel le reíamos la gracia; cuando le robaron RUMASA a Ruiz Mateos, sin garantías legales, los españoles se reían; cuando González y Aznar decidieron intervenir la Justicia y nombrar jueces, los muchachos españoles sonreían y se mantuvieron estúpidamente felices mientras la Justicia era asesinada. En fin, fabriquemos ciudadanos (es lo que defiendo en mis tres libros publicados sobre la democracia prostituida) y tendremos la solución. Otras opciones externas son difíciles y me resulta imposible confiar en un partido político, en las actuales condiciones de España, donde la Constitución no se respeta y donde la impunidad de la casta está garantizada. De los partidos políticos españoles, sin controles suficientes, impunes y sin vigilancia y control de los ciudadanos, no puede llegar nada bueno ni decente, se llamen como se llamen. Desconfíe usted de los que les ofrecen "soluciones" fáciles, igual que yo desconfío de los que me piden que critique menos y aporte mas soluciones. La solución somos nosotros mismos, convertidos en verdaderos ciudadanos, dejando de ser chusma sonriente, envidiosa y esclava de los políticos.