No podemos olvidar que hemos llegado hasta aquí gracias a la unidad de todo el pueblo, gracias a su confianza en la Revolución. Esa unidad debemos preservarla por sobre todo las cosas, pues estamos conscientes de que la lucha no ha terminado, solo ha cambiado la manera en la que pretenden destruirnos, afirmó el vicepresidente cubano Ramiro Valdés en la conmemoración del 26 de julio en Artemisa.
Denunció que hoy se aplican formas no convencionales de guerra y se emplean las nuevas tecnologías como instrumento de subversión, teniendo como blanco fundamental a los jóvenes, según reseña de PL.
Lo que no acaban de comprender nuestros enemigos es que las nuevas generaciones son fruto de esta Revolución y han demostrado su compromiso de continuar perfeccionándola y preservar las conquistas alcanzadas, señaló.
Al pronunciar las palabras centrales por el Día de la Rebeldía Nacional, en la joven provincia de Artemisa, al oeste de La Habana, el dirigente rememoró la situación de dependencia, miseria y desigualdades que motivaron las acciones del 26 de julio de 1953.
Ese día, un grupo de jóvenes, encabezados por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en las orientales provincias de Santiago de Cuba, en Bayamo (Granma), que iniciaron la insurrección armada contra el régimen de Fulgencio Batista.
El 26 de julio no fue un triunfo de las armas, pero constituyó una victoria de la moral y la dignidad, e inició la lucha que posibilitó el triunfo revolucionario cinco años, cinco meses y cinco días después, afirmó Valdés.
Afirmó que los 28 jóvenes artemiseños que participaron en esas acciones -entre los cuales se encontraba- llevaron consigo el espíritu de rebeldía que caracteriza al pueblo de ese territorio y de Cuba.
Al recordar la situación de esta isla caribeña en esos años, afirmó que el verdadero poder estaba en la embajada yanqui, y un dictador había borrado los últimos vestigios de democracia representativa y reprimía a la población.
Por aquela fecha -recordó- la esperanza de vida de los cubanos no sobrepasaba los 60 años, imperaba el tiempo muerto (desempleo en la agricultura cañera), el desempleo masivo, el desalojo de los campesinos, un alto grado de analfabetismo y el precario acceso a la salud y la educación, entre otros males.
Señaló que hoy la gran mayoría de los cubanos solo conoce esos datos por referencia pues nacieron después del triunfo de la Revolución, de ahí la necesidad de recordarlos, ante los intentos de tergiversar la realidad.
"Los imperialistas, en sus trasnochados intentos de restauración capitalista y subversión ideológica, se empeñan en falsificar la realidad, dibujar unos supuestamente idílicos años 50 y convertir a un tirano despreciable en un prócer respetable", dijo.
Afirmó que a partir de 1959, a pesar de las campañas mediáticas, el cruento bloqueo, amenazas, agresiones, terrorismo de todo tipo, y de la escasez de recursos propia de un país pobre y subdesarrollado, la Revolución logró transformar la triste realidad que caracterizaban a este pequeño archipiélago.
Por primera vez se logró una verdadera soberanía, los destinos del país dejaron de decidirse en Washington, la palabra democracia adquirió su verdadera dimensión, nunca más hubo un asesinato político o un torturado, y fueron barridas las bases institucionales de la discriminación, aseveró.
Valdés resaltó los logros obtenidos por su natal Artemisa en la implementación de la actualización de modelo económico cubano, y destacó que ese territorio es protagonista de la batalla actual por el desarrollo económico y social y en la construcción de un socialismo próspero y sostenible.
Esa provincia es escenario de experimentos de nuevos métodos de dirección política y administrativa, y de comercialización de productos agrícolas. Allí está enclavada la Zona Especial de Desarrollo Mariel, llamada a convertirse en la principal puerta de entrada y salida de la economía de la Isla.
Valdés reiteró la exigencia del pueblo cubano de que se haga justicia con los Cinco Héroes antiterroristas cubanos condenados por tribunales estadounidenses a largas penas de prisión en 2001 por monitorear a grupos violentos con base en el sur de la Florida.
No cejaremos ni un instante en el empeño de traerlos de vuelta a sus familias, a la Patria. Después de más de 15 años exigiendo su libertad, nuestra fuerza radica en la justicia de esta noble causa y en el apoyo solidario de millones de personas honestas de todo el mundo, afirmó.
Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero permanecen en cárceles de ese país norteño, mientras René González y Fernando González, regresaron a Cuba tras cumplir las penas impuestas en un amañado proceso.