El pasado día 7 varios centenares de miles de personas inundábamos Madrid exigiendo medidas efectivas para que el terrorismo machista deje de asesinar mujeres y criaturas. Por que no podemos olvidar que son más de cuarenta las mujeres asesinadas en lo que llevamos de año por terrorismo machista a manos de sus parejas o exparejas. Si a esta lista sumamos otro tipo de víctimas, el número se dispara hasta alcanzar un número que casi duplica el anterior.
Y mientras nos asesinan, el gobierno calla y mira hacia otra parte. Ni una palabra de condena. Sólo recortes y más recortes en los recursos destinados a la prevención y la sensibilización de este tipo de terrorismo. Sencillamente vergonzoso. Y da todavía más grima y vergüenza saber que incluso desde instancias internacionales como ONU-Mujeres están reclamándole al gobierno mayores esfuerzos en este sentido. De nuevo queda patente lo que ya he afirmado en muchas ocasiones: que la vida de las mujeres no les importa nada. Y su sufrimiento y el de sus criaturas tampoco.
Si miramos la forma de redactar la noticias, resulta que las mujeres nos “morimos accidentalmente” clavándonos un sin número de puñaladas, o tirándonos por las ventanas o balcones, o descerrajándonos varios tiros por todo el cuerpo. Eso, que nos morimos. Pronunciar la palabra asesinato, por lo visto, es demasiado fuerte para la mayoría de medios de comunicación que, de esa forma se exculpan de cualquier responsabilidad que pudieran tener por no dar la noticia. La absoluta falta de profesionalidad en la mayoría de medios a la hora de dar este tipo de noticias junto a la falta de cobertura mediática de la I Marcha Feminista Estatal contra las Violencias de Género pone en evidencia el papel que los medios tienen en la erradicación de este tipo de terrorismo que mata bastante más que ETA.
Pero al margen de esta actitud machista y con un patrón claramente patriarcal, las mujeres que estamos comprometidas con la vida de todas las personas (y no sólo con la de los hombres) no cejamos en nuestro empeño de hacer cosas para sensibilizar y, de ese modo, intentar prevenir en la detección de este tipo de violencias cuyo máximo exponente es la muerte.
Pero entre todos estos desatinos sobre este tema que es crucial para tantas mujeres, como decía, son muchas las personas que llevadas por sus militancias y compromisos con la vida digna y sin violencias, siguen trabajando y proyectando iniciativas que buscan la raíz del problema y se implican en su erradicación.
Lo podríamos llamar como ejercicios de buenas prácticas y recorren pueblos y ciudades de todo el Estado Español. Precisamente donde no gobiernan la gente del partido que lleva una gaviota en su logotipo. Y hemos de recordar que la gaviota es un animal carroñero.
Pues bien, entre esos ejercicios de buenas prácticas nos encontramos con uno que se está llevando a cabo en mi ciudad, Ontinyent. Un proyecto impulsado desde la Concejalía de Igualdad y Mujer y que lleva por nombre lo que podría ser toda una declaración de intenciones: Proyecto de resolución de conflictos desde la igualdad.
La principal novedad que contempla este proyecto es que pretende implicar a toda la comunidad educativa y a las entidades de educación social para darles herramientas de reflexión y acción sobre actitudes machistas y discriminatorias, entre otros objetivos.
Conseguir formar a madres, padres, personal docente de todas las etapas educativas y, además implicar a entidades culturales y sociales en la resolución de conflictos es todo un reto. Trasladar a las aulas y a los hogares la asertividad y la empatía para poder hablar y resolver las diferencias con la palabra y no a patadas o a gritos es uno de los grandes objetivos.
Desenmascarar el machismo existente en las aulas que es consecuencia directa del patriarcado y corregir las actitudes que puedan darse y que pueden tener como consecuencia el ejercicio de la violencia de género en alguna de sus múltiples formas es fundamental para prevenir agresiones, muertes y mucho sufrimiento en futuro.
Desmontar los mitos como el del amor romántico puede prevenir dependencias emocionales que son la puerta de entrada de algunos tipos de violencias machistas y que pueden acabar reproduciendo patrones de relaciones asimétricos e incluso violentos que se han de desterrar.
El necesario trabajo cotidiano con nuestra juventud, pero también reconstruyendo nuestros propias creencias en una igualdad real y no sólo aparente que esconde actitudes sexistas y discriminatorias, es todo un reto que hemos de asumir cada cual de manera que sepamos que ese es el camino para evitar males mayores. Ese y la condena explícita y contundente con cada caso de asesinato o de agresión a mujeres, niñas y niños.
Prestar mucha atención a las nuevas tecnologías que esconden nuevos tipos de violencia sexista es otra de las tareas pendientes en una sociedad altamente tecnificada y con unas potentes redes sociales que actúan, en demasiadas ocasiones, como paraguas protectores de esas violencias encubiertas.
Pero sobre todo hay que hacer hincapié en la necesidad del diálogo, la empatía y la asertividad como fórmulas para resolver las diferencias. Y eso también hay que aprenderlo. Y enseñarlo, pero sobre todo practicarlo.
Estos ejercicios de buenas prácticas siempre son bienvenidos en todas partes y aunque hoy he hablado del que me resulta más cercano, estoy completamente segura que en otros lugares se estarán llevando a cabo otras experiencias con idéntico objetivo: educar en igualdad para poner freno a esta sangría de asesinatos de mujeres y criaturas.
Y sabemos que somos muchas y que nos enredamos para crear redes de apoyo y de reconocimientos. Sabemos que hay muchos caminos y formas, pero el objetivo final ha de ser el mismo: frenar y eliminar los asesinatos machistas que produce este tipo de terrorismo que no por ser menos nombrado es menos dañino puesto que provoca más muertes que el terrorismo político y el religioso.
Y también sabemos con quienes no podemos contar, puesto que así lo han demostrado en estos últimos años. No podemos contar con la gente del gobierno y muchas personas del partido que los sustenta. No podemos contar, tampoco, con quienes llevando faldas largas y negras siguen predicando paciencia ante las situaciones de violencia machista. Tampoco podemos contar con demasiada gente y de todos los niveles culturales que se sigue empeñando en justificar estas muertes con mitos del tipo, “seguro que algo habrá hecho”. Demasiado terrible como para ser calificado.
Desde estas líneas quiero felicitar explícitamente a las autoras de este proyecto del Ayuntamiento de mi ciudad, Ontinyent, que han puesto todo su esfuerzo en poner de manifiesto que, con las herramientas adecuadas, una sociedad con menos violencias es posible.
Felicidades compañeras por este magnífico proyecto que esperemos que permita a nuestra juventud afrontar los problemas de otro modo y que se reduzcan el número de agresiones y comportamientos sexistas en todos los ámbitos.
Ben cordialment,
Teresa