Revista Opinión

La utopía de la Patria Grande (primera parte): la Alianza del Pacífico y Bolivia

Publicado el 22 noviembre 2019 por Santamambisa1
La utopía de la Patria Grande (primera parte): la Alianza del Pacífico y Bolivia Por Germán Gorraiz López

El Trienio 2019-2021 supondrá la irrupción en el escenario geopolítico de América Latina de una nueva ola negra involucionista que consistirá en la implementación de "golpes de mano blanda", con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes insensibles a los dictados de Washington por regímenes autocráticos tutelados por EE.UU. Va quedando como utopía inalcanzable la Patria Grande de Manuel Ugarte.

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Tras la fachada neoliberal de la Alianza del Pacífico se escondería un refinado proyecto de ingeniería geopolítica cuya finalidad última sería dinamitar el proyecto político-integracionista representado por la UNASUR e intensificar la política de aislamiento de los Gobiernos progresista-populista de la región, en especial de Venezuela, tras quedar huérfana del alma mater de la Revolución Bolivariana (Chávez).

Otro objetivo sería finiquitar el proyecto integrador económico del MERCOSUR, proceso de integración económico creado en 1991 tras la firma del Tratado de Asunción entre Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay al que posteriormente se habría incorporado Venezuela como Estado parte, quedando Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Surinam y Guyana como "Estados asociados".

Dicha estrategia fagocitadora tendría como objetivos a medio plazo aglutinar el Arco del Pacífico para integrar además a Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá e incorporar por último al Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay). Se sigue la teoría del "palo y la zanahoria", expuesta por Sherman Kent en su libro "Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana" (1949).

En dicho libro, Kent afirma: " la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: [...] armas [...] políticas y económicas. La clase de guerra en que se emplean [...] (son la) guerra política y la guerra económica".

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El proceso que terminó con la destitución del presidente boliviano comenzó tras las elecciones del 20 de octubre. A partir de entonces la violencia opositora y la presión internacional de la derecha fue en aumento hasta que los militares y la policía le quitaron su apoyo al mandatario.

Al asumir el poder en el 2006, Evo Morales procedió a nacionalizar las principales zonas extractivas bolivianas, cuya concesión estaba en manos de empresas como Jindal Steel y South American Silver. Con ello se granjeó la enemistad de las cancillerías anglo-estadounidenses y pasó a engrosar las filas de los países refractarios a los dictados de Washington. Sin embargo, el acuerdo con Rusia para la creación de un centro de tecnología nuclear en Bolivia y la entente con la empresa china Xinjiang TBEA Group Company para la construcción de una planta de carbonato de litio en el departamento de Potosí, habría encendido las alarmas en el Pentágono.

Bolivia posee el 70% de las reservas mundiales de litio, elemento esencial para la fabricación del coche eléctrico, pero la complejidad de su extracción y procesamiento ha impedido a Bolivia desarrollar una industria propia al carecer del capital necesario y la tecnología adecuada.

Tras el golpe blando cívico-militar contra Evo Morales, que contaría con las bendiciones de la Administración Trump, asistiremos al desembarco de empresas anglo-estadounidenses, tras retornar Bolivia a la senda de países dóciles a EEUU.


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