En diciembre de 2008 nació en París la campaña denominada “Global Zero“, arropada por numerosos dirigentes mundiales. Esta campaña tenía como objetivo la erradicación de las armas nucleares, y establecía el año 2030 como fecha límite para la erradicación total del armamento atómico. En un principio las principales potencias nucleares apoyaron esta propuesta. Además, en el año 2010 Estados Unidos y Rusia firmarían el acuerdo START que preveía una reducción del arsenal nuclear de ambas potencias.
Hoy en día los objetivos de la iniciativa Global Zero parecen más irrealizables que nunca. Nos encontramos en una nueva carrera armamentística, más peligrosa aún que la carrera que se llevó a cabo durante la Guerra Fría. Recientemente, el presidente estadounidense Donald Trump manifestó la intención de Estados Unidos de la retirada del Tratado sobre misiles de alcance medio y corto (INF), que lleva en vigor desde 1987 y que contribuyó a acelerar el final de la Guerra Fría, además de reducir el arsenal nuclear de Estados Unidos y de la entonces Unión Soviética. Trump no ha escondido la intención de Estados Unidos de desarrollar nuevas armas nucleares, de alcance entre 500 y 5000 kilómetros. Tras el abandono norteamericano de dicho tratado, puede llevar al establecimiento de misiles nucleares en las fronteras de Rusia, algo que se prevé difícilmente aceptable por parte de los rusos. Además, no es un secreto que Estados Unidos lleva años desarrollando armas atómicas “inteligentes” y armas con poca carga (similar a la bomba que estalló en Hiroshima). El objetivo parece ser su uso en un futuro, más que la disuasión.
Por su parte el experto militar ruso Konstantin Sivkov ha aconsejado al gobierno de su país la construcción de varias cabezas nucleares de gran potencia, hasta los cien megatones, para utilizarlos en caso de guerra contra Estados Unidos lanzándolos sobre zonas donde se pudieran producir desastres naturales (por ejemplo sobre la falla de San Andrés, en California), además del ya de por sí grandísimo desastre que supondría una bomba nuclear de ese calibre.
No son pocos los periodistas, analistas políticos e intelectuales que hablan de un riesgo real de guerra, y establecen un período que será especialmente peligroso en este aspecto, el lustro 2020-2025. Por tanto la ilusión de un mundo sin armas nucleares, propuesta por la que sigue luchando la plataforma Global Zero, se antoja solamente eso, una ilusión, una utopía.