Ayer fui con mis padres y mi hermano a cenar a La Vaca Argentina que está cerca de la calle Silvano y la verdad es que viví una situación algo esperpéntica. Después de sentarnos en la mesa y pedir el aperitivo, se acercó el maitre a preguntarnos qué íbamos a cenar.
Yo pedí solomillo al roquefort. No había.
Bufff... tenía el solomillo en la cabeza. Vale, póngame lomo alto a la plancha. Crudo por favor. Tampoco había. Y de paso me dice que tampoco les quedan chuletillas de cordero, y nos cuenta que ha tenido muchísima gente a la hora de comer y que se han quedado sin género, y que no hicieron buena previsión para la cena.
La verdad es que me jodió bastante la respuesta. Podría haber respondido con un: "¿Y a mi qué me cuentas?" Pero el camarero (perdón, maitre) se enrrocó y me dijo que no iba a mentirme si no tiene un plato en concreto, y que ya me ha dicho que se han quedado sin género.
Respondo con la amabilidad que me queda después de una respuesta así, que evidentemente no va a apuntar mi demanda de solomillo al roquefort y traerme una pechuga de pollo, pero que sí es cierto que podía haber avisado al entrar en el restaurante porque si vas a un restaurante de carne argentina, se supone que vas a comer carne... y de los 3 platos que pedí, no había ninguno.
Para colmo, mi madre pidió un rodaballo y tampoco tenía (y su única alternativa, al querer pescado, era bacalao).
De todos modos cenamos bien, aunque no lo que hubiera querido en un principio.
Como hice check-in en Foursquare, y mi hermano también, resulta que el community manager de La Vaca Argentina, nos preguntó qué tal fue la cena en su restaurante.
El resto, podéis verlo por vosotros mismos aquí. Yo soy @masmarketing, y mi hermano, que también intervino en la conversación, es @_MoU_
(click para agrandar)
Ante esto, y un poco más allá del tema anecdótico, se plantea la oportunidad por parte de la persona que gestiona las redes sociales de La Vaca Argentina de arreglar una mala experiencia de cliente o por contra, dejarlo pasar con buenas palabras y poco más.
En un lado tenemos un coste real (en el supuesto de un "detalle" con los comensales insatisfechos, y en el otro, un "dejar hacer", con un coste de oportunidad posiblemente más alto. Dos clientes que no vuelven (sobre todo ahora que hay mucha más competencia en ese segmento), y ruido negativo sobre una mala experiencia de usuario.
¿Qué hacer? No sé lo que harán, pero desde luego reconozco que me tienen intrigado. ¿Tu qué harías?
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