Revista Cultura y Ocio
"Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez. Ni muy alta ni muy baja, con una melena que no era ni muy larga ni muy corta, tenía la piel descamada y amarillenta, ojos sin pliegues, pómulos ligeramente prominentes y vestía ropas sin color como si tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos muy sencillos, se acercó a la mesa en que yo estaba sentado, con un paso que no era ni rápido ni lento ni enérgico ni débil."
Este año el Man Booker Internacional se lo llevó un libro Coreano publicado en 2007 traducido recientemente. Una historia diferente, salpicada de costumbres que nos resultan ajenas. Así que era inevitable sentirse atraída por la historia que escondía. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La vegetariana.
Conocemos a Yeonghye, una mujer joven y anodina que pasa desapercibida incluso a los ojos de su marido y familia. Tampoco su marido es un hombre que tenga algo especial, así que llevan una vida sosegada. Un día Yeonghye decide hacerse vegetariana, deshaciéndose de toda la carne que hay en casa y provocando una reacción de incomprensión en toda la familia hacia su decisión. Su obsesión por mantenerse lejos de la carne y el insomnio que le provocan unas pesadillas serán ahora su rasgo más característico.
La vegetariana es una novela escrita en tres partes que cuenta una historia de subversión utilizando el vegetarianismo para ello. En Corea del Sur, casi toda la dieta gira en torno a la carne y los productos animales, así que es más complicado esquivarla en la dieta de lo que nos puede resultar a nosotros. Además, y aunque ahora no se nos antoja extraño ya que vemos las hamburguesas de tofu en los supermercados y le ponemos brotes de soja a la pasta, hay que tener en cuenta que esto no es tan sencillo en todos los países, ni lo era tampoco en 2007. Por eso y porque el papel de la mujer es diferente en otras culturas, la protagonista de esta historia recibe un rechazo y una extrañeza que se nos pueden antojar exagerados.
Es además muy representativo, que la persona que protagoniza el libro, sea la única que no tiene voz en él. En la primera parte, La vegetariana, será el marido quien nos relate el comienzo de esta obsesión. Un hombre que no muestra afecto ni pena, apenas un poco de sorpresa con el cambio. La mancha mongólica, segunda parte del libro, será contada por el cuñado de la protagonista. Un artista que parece ser el único que ha encontrado la diferencia entre Yeonghye y el resto de las mujeres: una mancha en su piel. Y la tercera parte, Los árboles en llamas, será relatada por la hermana de la protagonista, que nos acompañará en los momentos finales y desenlace de la novela.
Pero más allá de las partes en que se divide la novela, nos encontramos con una historia lineal. La de una mujer que se rebela contra el mundo con un acto aparentemente pacífico que tiene más de fractura que de hábito alimenticio. Pesadillas que muestran la crueldad y una resistencia pasiva que recibe como respuesta la incomprensión y la violencia. La resistencia a comer carne, el choque contra lo que representa incluidas las costumbres, convierten la historia casi en una novela de terror en la que la espiral que comienza con un sueño, se va cerrando cada vez más rápido provocando la caída de Yeonghye por lo que parece ya un sumidero, tememos que sus propias obsesiones acaben por devorarla. Y al lector con ella.
Un estilo muy plástico, en el que la vida a la que uno puede abrirse se muestra con flores pintadas en cuerpos desnudos, acompaña a la novela. Frases cargadas de simbolismo de personas desnudas para sofocar el calor interior, que se visten despojados de pudor y sexualidad cuando se encuentran compañados, nos hablarán de deseos, provocarán que el lector se fije también en la forma en que Han Kang escribe una novela que, pese a su escasa longitud, dará mucho que hablar. Echad un vistazo a La vegetariana. Es un libro muy diferente y, a su manera, hermoso.
siempre digo que los premios de otros países son un escaparate para conocer historias que de otro modo nos pasarían desapercibidas. Y vosotros, ¿alguna vez os fijáis en estos premios o sois de los que ya tenéis suficientes con los otorgados en vuestro país?
Gracias.