Un gobierno cuyos ministros y altos cargos temen ir a un restaurante público porque serán abucheados e insultados es un gobierno que debe dimitir. Pero no ocurre solo con el gobierno porque en España la clase política en pleno es cada día más despreciada y tiene miedo al rechazo y odio creciente de los ciudadanos. Es la clase dirigente y el mismo sistema, falsamente democrático, el que está quebrado. ---
España ha demostrado muchas veces, a lo largo de su Historia, que es un país rebelde, amante de la libertad e indómito, pero también ha demostrado que puede someterse a sus tiranos durante demasiado tiempo. La historia de España puede interpretarse como una sucesión inquietante de esclavitudes insoportables y rebeldías enloquecidas. Con Napoleón, España fue rebelde e indomable, pero con Fernando VII fue esclava; con los monarcas medievales fue muchas veces rebelde, pero con las monarquías modernas de Austrias y Borbones el país se sometió y soportó demasiadas dosis de tiranía. La etapa actual, a la que algunos llaman "democracia" sin serlo, es una etapa esclava en la que los españoles han soportado todo lo imaginable: mentiras, impuestos injustos, una Justicia desigual, al servicio de los poderosos, toneladas de corrupción, robos y saqueos del erario público, abuso de poder y partidos políticos que se burlan de la democracia y que gobiernan y legislan en contra de la voluntad popular. Sin embargo, en los últimos meses se vislumbran rasgos y síntomas de rebeldía y no son pocos los observadores y analistas que vaticinan una explosión popular de odio contra los políticos corruptos e injustos que mal gobiernan el país.
El actual gobierno, que ha decepcionado a los españoles, incluso a gran parte de sus incondicionales traicionando sus promesas electorales, manteniendo los privilegios de la casta política y haciendo pagar al pueblo, injustamente, el grueso de la factura de la crisis, es un gobierno marcado por el rechazo popular, un rechazo que no sólo se manifiesta en las encuestas, sino que tiene sus efectos en las calles y en la vida diaria, con pitadas a los políticos, abucheos al mismo rey y un miedo creciente entre los representantes y dirigentes políticos, muchos de los cuales ya ni se atreven a comer en un restaurante, por miedo a ser abucheados y ridiculizados por los indignados ciudadanos.
La democracia es un sistema que se basa en la confianza de los administrados en sus administradores. Si esa confianza falla, la legitimidad se resiente. Si, como ocurre en España, la desconfianza se ha tornado rechazo y, muchas veces, odio, la legitimidad se pierde por completo y de la democracia no queda ni la carcasa.
Técnicamente, la España de Zapatero y de Rajoy son puras dictaduras de partidos políticos.
El número de los ciudadanos que rechazan, desprecian e, incluso, odian a sus políticos crece cada día mas, según reflejan las encuestas, cada día mas preocupantes. El gobierno actual no sabe como detener el alejamiento y rechazo de los ciudadanos, que es un rechazo maduro y consciente, que no es ya el rechazo infantil al gobierno, que se extingue con un voto de venganza a favor de la oposición, sino un rechazo que se dirige al sistema de partidos y que incluye a toda la clase política en pleno.
La situación de deterioro de la política en España es un fenómeno que debería preocupar a la Unión Europea mas que la crisis económica española, de la que tarde o temprano el país se recuperará. La crisis política española es profunda y genera una peligrosa e inquietante presión social que pudría derivar en un estallido violento, si el pueblo sigue cansándose de las injusticias, abusos y sociedades que soporta.
Las encuestas revelan que los españoles creen que España es mas corrupta que Grecia y Marruecos, dos países que ocupan puestos de cabeza en el desgraciado ranking mundial de la corrupción.
Lo grave de la corrupción española es que está tan imbricada en la vida política que los diputados, senadores y altos cargos ni siquiera son conscientes de su comportamiento canalla porque no han conocido otra política en su peculiar democracia que la corrupta que aprendieron en sus partidos y que ponen en práctica cada día.
Rajoy, presidente del gobierno, sus ministros, Rubalcaba, jefe de la oposición y sus seguidores socialistas, justo al resto de la clase política encuadrada en los partidos con representación parlamentaria creen que la corrupción consiste en robar dinero público, cuando eso es solo el resultado de una corrupción generalizada. la verdadera corrupción es es ignorar la democracia, nombrar jueces y magistrados desde los partidos políticos, mantener la financiación pública de los partidos políticos, sindicatos y patronal, cuando el pueblo grita que se acaben, legislar y gobernar en contra de la voluntad popular, cobrar impuestos injustos, mantener a los corruptos impunes y sin castigo, mentir e incumplir las promesas electorales, tener seis millones de desempleados y casi quince millones de pobres, permitir que las decenas de ladrones políticos detectados no sean castigados, ni se les obligue a devolver lo robado y dejar libres en las calles, para que sigan robando, porque las cárceles están abarrotadas y no hay dinero para mantener a los presos, a delincuentes que han sido detenidos ya 330 veces robando.
Si la corrupción es eso, el PSOE, el PP y la entera partitocracia española es profundamente corrupta, y, por supuesto, el ciudadano tiene derecho a generalizar y condenar a todos los políticos porque todos los militantes y cuadros comparten ese comportamiento indecente y sucio.
El panorama español incita a la rebeldía y obliga a cada demócrata a convertirse en un disidente activo porque España, por culpa de los que la gobiernan, es una auténtica pocilga, aunque los políticos y su corte sometida de periodistas y jueces, se empeñen en negar esa terrible realidad.
Revista Opinión
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