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La Venta Urbaneja

Por Monpalentina @FFroi

La Venta Urbaneja


Nico fue testigo de aquellos carros que venían a repostar desde los valles de Liébana y Polaciones. En esta parada nacieron sus hijos, aprendió a tratar el vino y supo del significado de las renuncias, cuando su padre, Secundino, se opuso a que entrara a formar parte de la plantilla del Racing, lo que indudablemente le hubiera colocado ya en la pasarela por la que pasearon sus compañeros: Marquitos, que jugó en el Madrid; Rivas, en el Zaragoza y Goyo Fuentes, que luego debutó en el Racing. La venta se ha ido reformando con los años. Se ha lucido la piedra y se ha colocado con mucho gusto la madera. Recuerdo la conversación en un rincón de la casa, en el piso superior, después de atravesar largos pasillos llenos de curiosidades y recuerdos.
Raquel, que aprendió la lección entre la sabiduría y la rivalidad de dos grandes maestras: doña Matilde y doña Pilar, que procedía de León, familia de los Quiñones, terminó la carrera de magisterio y, como si de una lección más se tratara, fue inculcando sus conocimientos a los hijos de aquellos carreteros que venían de todas partes a por vino, sal y pienso, al tiempo que deleitaba el paladar de los viajeros con los trucos de cocina que aprendió de su abuela María: patatas con carne, patatas con bacalao, a mano siempre los secretillos: las patatas bien rehogadas y la sal al principio.

Cuaderno de anotaciones


Curioso:

  • Por la Venta pasaban cien camiones anuales de vino, 30.000 cántaros que distribuían también en Liébana y Polaciones.
  • Allí podían encontrar cobijo hasta 80 carros.
  • Se mataban dos carneros cada día, junto a abundantes raciones de bacalao, que la familia compartía con los carreteros.

Imágenes e información complementaria


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