Estatua al inmigrante (Bruno Catalano)
Del “efectismo” nos dice el Diccionario de la Real Academia Española, que es el “Efecto causado por un procedimiento, o recurso empleado, para impresionar fuertemente el ánimo”, por lo que (en consecuencia), “efectista” es aquel “que busca, por encima de todo todo, producir fuerte efecto o impresión en el ánimo”.Imaginemos por un instante que hay dos grupos de personas sentado el uno frente al otro, es decir: uno sentado a nuestra derecha y el otro a nuestra izquierda, igualmente imaginemos que en el piso hay un papel en el que aparece escrito un número.
El grupo sentado a nuestra derecha identifica dicho número como el nueve (9) mientras que el grupo sentado a nuestra izquierda lo identifica como el número seis (6).
La pregunta es:¿Quién tiene la razón?¿La tiene el grupo que lo identifica como el número nueve (9)?O en su defecto¿La tiene el grupo que lo identifica como el número seis (6)?Y es justo en este momento cuando procede traer a colación la locución “Ley Campoamor” la cual sirve (usándola metafórica o retóricamente), para dar a entender que se ha hecho una apreciación o conclusión interesada o sesgada.
La mencionada locución “Ley Campoamor” tiene su origen en unos versos de Ramón de Campoamor (1817-1901) incluidos en su poema de 1846 “Las Dos Linternas” (Perteneciente a su obra “Las Dolorosas”)
Diógenes en su tinaja
Cabe destacar que el referido poema “Las Dos Linternas” alude a Diógenes de Sinope, quien fuera un filósofo griego también llamado Diógenes el Cínico, perteneciente a la escuela cínica. De él se dice que vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en virtud.
Diógenes y su lámpara
Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos).
El poema en cuestión dice así:“De Diógenes compré un día la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía cuánto hay de ser a no ser.
Blanca la mía parece; la suya parece negra;
la de él todo lo entristece; la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color del cristal con que se mira.– Con mi linterna – él decía- no hallo un hombre entre los seres-.
¡Y yo que hallo con la mía hombres hasta en las mujeres!
él llamó, siempre implacable, fe y virtud teniendo en poco,
a Alejandro, un miserable, y al gran Sócrates, un loco.
Y yo ¡crédulo! entretanto, cuando mi linterna empleo,
miro aquí, y encuentro un santo, miro allá, y un mártir veo.¡Sí! mientras la multitud sacrifica con paciencia
la dicha por la virtud y por la fe la existencia,
para él virtud fue simpleza, el más puro amor escoria,
vana ilusión la grandeza, y una necedad la gloria.¡Diógenes! Mientras tu celo sólo encuentra sin fortuna,
en Esparta algún chicuelo y hombre en parte ninguno,
yo te juro por mi nombre que, con sufrir al nacer,
es un héroe cualquier hombre, y un ángel toda mujer.Como al revés contemplamos yo y él las obras de Dios,
Diógenes o yo engañamos. ¿Cuál mentirá de los dos?
¿Quién es en pintar más fiel las obras que Dios creó?
El cinismo dirá que él; la virtud dirá que yo.Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color del cristal con que se mira.”Dependiendo desde el punto de vista de cada quien, la verdad es siempre parcial, condicionada, en una palabra: relativa, y en consecuencia falsa vista desde otra óptica.“Toda corriente del pensamiento humano tiene su contrapartida, y todo pensador su virtual opositor. Estos antagonismos no nos sorprenden habitualmente, pero cuando nos percatamos que ambos tienen razón, la sorpresa y el anonadamiento nos asaltan”. (Aleister Crowley)Los postulados de Isaac Newton, en muchas de sus premisas, se impugnan respecto a los de Albert Einstein, sin embargo, tanto Newton como Einstein, (desde su propio punto de vista), tienen razón.Las verdades son verdades encontradas, y estas “verdades encontradas” ponen de manifiesto la falacia de la verdad absoluta, llevándonos del paradigmático universo platónico a la socrática ignorancia del todo.“Nacer es morir; morir es nacer”.Como resultado de todo lo antes planteado podríamos concluir, erróneamente, que no existe una verdad absoluta, pero como dice André Maurois, sí hay una verdad absoluta y esta es que:
“Sólo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa”.O como dice Nicolás Berdiaeff: “Más no existen, en principio, verdades absolutas; hay, en realidad, una sola verdad absoluta, a saber: que no hay verdad absoluta en sí”.Lo anteriormente expuesto no presupone que debamos desistir en “la búsqueda de la verdad” (que deseamos encontrar y que seguramente no encontraremos), habida cuenta que la vida es la constante prospección de la certidumbre.
“Nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo” (Lope de Vega)Finalmente: es posible que el oscurantismo, la incultura, la ignorancia, la inexperiencia o el desconocimiento, nos hagan experimentar una especie de dicha, de alegría o satisfacción, pero de seguro la vida, los hechos, nos harán entender que esa dicha, alegría o satisfacción fundamentada en la incultura, la ignorancia, la inexperiencia o el desconocimiento es efímera, perecedera.Juan 8:3232. y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Freddy del Moral P.
M.º.M.º. P.º.M.º.Hijo de la Resp.º. Log.º. Sol de Aragua Nº 96 O.º. de Maracay Edo. Aragua - Venezuela.Ex V.º.M.º. de la Resp.º. Log.º. Guacara Nº 190 O.º. de Guacara Edo. Carabobo – Venezuela.