Imprimir este post Periodistas a quien nadie creePor Fabián ScabuzzoCuando uno describe la realidad debe despojarse de fanatismos y sino dedicarse a otra cosa, en el periodismo el objetivo es contar la verdad, al menos con esa intención, pero no vender buzones. La objetividad, se dice y es cierto, no existe, y es mejor que no exista porque habría una única versión de los hechos y, les asegurosería falsa. Hoy el periodismo en Argentina se ubica entre las profesiones con menos credibilidad, el poder político ganó la partida.
Es cierto que cada medio informa como quiere, de acuerdo a lo que piensa su dueño y que los periodistas deben atenerse a esa línea editorial, siempre ha sido así. Quienes mejor la pasan son los periodistas que piensan como sus patrones o aquellos que encontraron la clave: recibir órdenes y respetarlas. Los medios de comunicación privados responden a intereses tan diversos, yo trabajé en uno que tenía en su directorio a un concesionario de autos, obviamente allí estaba prohibido hablar mal de los concesionarios de autos. No estaba escrito en ninguna parte. En aquella y otras empresas tampoco se puede criticar a los amigos de los dueños. Esa información, “lo que no se debe tocar” es clave para la continuidad laboral del joven periodista, “siempre hay que preguntar” te sugieren los mayores, y ese preguntar incluye denuncias, rumores, instituciones con prestigio y funcionarios que no lo tienen, información de pasillo y otras inobjetables. Muchas veces esos “datos” son apreciados por los medios para “apretar” al poder y otras son cajoneados o subestimados porque rozan a los dueños y amigos del medio. Y después preguntan porqué no hay periodismo de investigación.
Como en cualquier espacio laboral los que más progresan son los chupamedias y consecuentes, que venden su verba y su pluma a quien se la pague mejor. Hay excepciones, pero así es la generalidad. Ser un periodista rebelde y sin guita es morirse de hambre, con guita sos Jorge Lanata y no podés ser rebelde en un medio privado. Yo sé lo que les digo.
El panorama no es distinto en los medios públicos aunque me asusta de sobremanera que tampoco la verdad se señoree por esos pasillos y redacciones. Con solo ver Canal 7 o escuchar Radio Nacional nos damos cuenta que el discurso es oficialista y que no habrá jamás una crítica, o autocrítica, a la gestión de gobierno. Qué mal. En los países más avanzados los medios estatales, aunque sea una obviedad, son del estado y no del gobierno de turno, y hasta Lilita Carrió podría leer el evangelio del domingo y después putear a Cristina. Eso es democracia.
Hoy el periodismo está siendo utilizado para la guerra más descarnada del poder político contra el poder de los medios. La elección es escribir "en contra del otro"o mirar a medias la realidad para no herir susceptibilidades, ¿quién me asegura que Visión 7 o 6-7-8 cuentan toda la verdad? Ni ellos lo pueden afirmar. "Es el contrapeso informativo" me decia una colega... ¿desde cuándo las noticias se manejan como lastres?. ¿O acaso nos dividimos entre "vos hacé de malo y yo de bueno"?. Sí, creo que la gente al leer varios medios puede sacar algunas conclusiones y está bueno que se acostumbre a eso, pero ¿debe incluir necesariamente a un medio oficial en la balanza?... Parece que sí.
Con toda esta práctica lo que se ha dañado es la credibilidad periodística. Es como si tuviera que ir a tres clínicos para que me curen una gripe, o sea no creo en ninguno de ellos pero creo, algo, en los tres juntos. Y así creer en dos o tres mamás, cuatro o cinco esposas, y en más de un Dios si es necesario.
Que no se pueda confiar en un medio es casi lo mismo que no creer en un periodista, la gente no diferencia, por eso somos la profesión más desprestigiada del momento y es probable que se deteriore nuestro lugar en la sociedad y hasta nuestras posibilidades de vivir del periodismo: ¿Si somos poco creíbles quién va a pagar por nuestras verdades?. ¿Abandonaremos aún mucho más la Investigación y dejaremos de ser los fiscales de la sociedad?. ¿Quién podrá creer en nuestras denuncias y pruebas?. ¿en qué espacio podremos contar nuestras verdades?.
Ni la ley de medios cambiará esta situación, ojalá me equivoque. Esta situación es más profunda que un reparto de licencias o la desinversión del grupo Clarín.Estamos hablando de una profesión necesaria para la construcción de ciudadanía y de democracia, que debe tomar una saludable distancia de cualquier poder dañino para trabajar con independencia, pero no lo puede hacer y sin ese espacio - ese oxígeno - el periodismo no tiene sentido. Esta época es un castigo al periodismo crítico, ni Maradona nos perdona.
"No quiero terminar trabajando para Spolsky" lamentaba un prestigioso periodista que se quedó sin su columna al cerrar Crítica. Sergio Spolsky es dueño de un multimedios que no para de crecer gracias al apoyo extraordinario de la publicidad oficial, imaginen a favor de quién escribe.
Tampoco está bueno que si trabajo para Clarín tenga que defender a Ernestina Herrera de Noble por sus vínculos con la dictadura y la apropiación de niños. Pero la realidad es que siempre hay que callar algo para sostenerse en un medio argentino. Uno negocia sus silencios y a veces son verdades que no le hacen mal a nadie o de perogrullo, y otras son verdades que nos convierten en cómplices.
Solo la verdad nos hará libres, dicen la biblia, la justicia y Santa Evita. Mientras tanto todos intentan alinearnos y estamos – como ovejitas – haciendo caso. Ese no es nuestro lugar en el mundo.
Es hora que hagamos uso de nuestro derecho a informar honestamente ¿no creen?
Revista Comunicación
Por Fabián Scabuzzo