El reciente cese del director del diario EL MUNDO decidido por sus propietarios, el grupo italiano RCS Media Group (Rizzoli-Corriere de La Sera), hace unos días ha convulsionado el sector de los medios de comunicación e inunda de especulaciones el entorno periodístico. El caso de Pedro Jota es un caso de dinero, si se quiere también de poder pero destilado en dinero.Dinero de los anunciantes y de los lectores es el que les falta a las empresas periodísticas de este país para no tener que acabar en manos de la banca, los fondos de inversión opacos o los accionistas con intereses espurios. Ese ha sido, también, el problema del diario EL MUNDO y su grupo: en los últimos meses el diario ha visto descender sus ventas de una manera alarmante coincidiendo con la publicación de las exclusivas de Bárcenas, las noticias sobre la Casa Real o la información política antigubernamental o, mejor dicho contra el presidente Rajoy en la que se había empeñado personalmente su director, Pedro Jota Ramírez. La publicidad institucional desaparecía del diario y anunciantes de empresas importantes, que antes apoyaban a EL MUNDO, preferían insertar sus anuncios en la competencia y los organismos estatales gobernados por el PP dejaban de darle las subvenciones de las que hasta hace poco había gozado. Es curioso como los lectores que están quedando en los periódicos impresos se están ideologizando de tal manera que solo quieren leer en ellos lo que piensan y se sienten traicionados cuando su diario refleja lo contrario. Hace tiempo que le doy vueltas a esta radicalidad que explicaría por qué diarios como LA RAZÓN o ABC van a piñón fijo con las informaciones descaradamente a favor del gobierno y de sus medidas: sin duda es la que quieren sus escasos pero acólitos lectores. Ahí está otra de las razones por la que las cabeceras de prensa tienen difícil detener su caída de difusión.Pedro Jota, en su particular interpretación de la realidad, llegó a creer que los lectores que se iban no le interesaban al diario; quedarían los fieles al periodismo independiente y sin ataduras de EL MUNDO y los que le abandonaban no eran merecedores de su esfuerzo. Es lo que tiene confundir la pretendida independencia de uno con la del diario que dirige: A él le iba bien, le había ido muy bien hasta la fecha, pero el diario mientras tanto se iba desangrando. Me explico:Volvamos al dinero. Pedro Jota podía ser muy independiente porque le había sacado pingües beneficios al diario que dirigía. Había vendido sus acciones liberadas por RCS y tenía un sueldo importante que contrastaba con los sucesivos recortes y despidos en la redacción. Todo salía de la misma caja de sus accionistas, pero él se llevaba una buena parte de ella.También ahora, con su cese, ha sacado un rendimiento económico multimillonario que le deja bien amueblado. Cierto que le pone en dique seco durante dos años que le impide crear otro medio de comunicación. Con despacho en UNIDAD EDITORIAL y con los bolsillos llenos es difícil que quiera jugarse el dinero comprometido por correr la aventura de la independencia. Es verdad que si los italianos vendieran la mayoría de las acciones Pedro Jota cobraría y quedaría liberado de su compromiso de no concurrencia. Incluso alguien podría pagarle el rescate por iniciar de su mano un nuevo proyecto periodístico, pero quién va a correr con ese dispendio millonario. Otra vez el dinero.No hay a corto plazo ninguna operación de fusión o adquisición de UNIDAD EDITORIAL. Nada se está negociando. Los italianos han renovado la confianza en su presidente ejecutivo en España, Antonio Fernández Galiano, y en las próximas semanas se verán cambios importantes en el organigrama de redacción. Ningún periódico tiene un staff alrededor de la dirección tan numeroso y costoso como el de EL MUNDO, pero sobre todo tan devoto y adepto de Pedro Jota. Los favores y la lealtad que supo pagar en su momento, ahora quedan quebrados.O el dinero o la independencia ese es el dilema al que se ha enfrentado Pedro Jota en los últimos días. Parece que, una vez más, no ha tenido duda en su elección.