Me parece que Medicina sólo hay una, aquella que cura o ayuda de manera clara a ello. Pero aún hoy continúa la diferenciación entre medicina convencional o científica u oficial y la llamada medicina alternativa. Y pese a ello, cada vez hay más médicos que intentan ser conciliadores y poner algo de sensatez, buscar puntos comunes sobre los que avanzar.
La plataforma No Gracias de profesionales sanitarios por la transparencia y la independencia en las relaciones de su profesión con la industria farmacéutica, está muy activa. Si tiene valor el hecho de agruparse y trabajar por tan loable objetivo, lo tiene más si cabe la claridad con la que suelen expresarse sus miembros y la rigurosa crítica que hacen de su ámbito.
Un post en su web que firma el actual presidente, Abel Novoa, seguro que da que hablar y espero que por la calidad y honestidad de los comentarios. Se titula El enemigo no es la “homeopatía” sino la medicalización de la vida.
Novoa comienza citando una revisión de la agencia de evaluación de tecnologías sanitarias australiana, que concluye que la homeopatía no ofrece resultados beneficiosos para la salud.
A continuación entra en materia para argumentar que la crítica desde la medicina convencional a las consideradas por ella alternativas ha de ir debe ser parte de un movimiento cívico más general contra la medicalización de la vida:
es decir, (1) contra la generación de miedo para alimentar el negocio de la salud; (2) contra la expropiación de la capacidad de autocuidados o heterocuidados informales de las gentes mediante prácticas que derivan de la tradición o de explicaciones no científicas de la existencia; y (3) contra la posibilidad de que perviva la libertad para elegir modos de vida o intervenciones entendidas y sentidas por las personas como sanadoras sin que estén distorsionadas por el afán de lucro o el negocio, ni juzgadas, necesariamente, mediante las reglas de evaluación científicas.
Plantear que denunciar la homeopatía -o cualquiera otra de las conocidas como “medicinas alternativas”- es parte de una batalla de la “ciencia verdadera y objetiva” contra la irracionalidad, es “errar el tiro” por varias razones:
(1) la medicina convencional está llena de prácticas no basadas en la evidencia científica
(2) gran parte de la efectividad de la medicina convencional tiene que ver con aspectos no científicos de las relaciones sanadoras
(3) la ciencia biomédica basada en conocimiento obtenido mediante la mejor metodología científica está llena de conclusiones irrelevantes para los pacientes y, por tanto, su introducción en la práctica médica es irracional y, con mucha frecuencia, incluso dañina
(4) los argumentos utilizados por los defensores de la medicina científica contra las medicinas alternativas son “positivistas ingenuos” y no aguantan una mínima crítica epistemológica de fondo
(5) la realidad es compleja: existen, por un lado, prácticas etiquetadas como “alternativas” que han pasado a ser consideradas convencionales cuando la ciencia ha avanzado y ha sido capaz de comprender los mecanismos biológicos implicados o evaluar adecuadamente sus resultados (por ejemplo, la fibra para prevenir enfermedades digestivas, la lactancia materna o los partos en el domicilio); y por otro lado, hay ensayos clínicos que han demostrado la efectividad de determinadas prácticas alternativas (desde la moxibustión para disminuir la presentación de nalgas de los bebes, hasta la oración para mejorar los resultados de los pacientes ingresados en una Unidad Coronaria) que han sido rechazadas por la medicina convencional por su “falta de plausibilidad biológica” (un argumento poco científico; de hecho, muchos medicamentos oncológicos han sido aceptados en la práctica médica con menos evidencias que las de estas dos terapias alternativas).
Novoa en su búsqueda de matices, de grises frente al blanco o negro actual, reconoce lo que parece evidente, que la medicina hegemónica con su desprecio a los demás modos de intentar (y conseguis) sanar y su cerrazón ante las críticas es autoritaria y medicalizadora. Por contra también apunta algo que es cierto que desde la industria “alternativa” se copia el modelo de marketing de las Big Pharma, exitoso desde el punto de vista económico y una ruina desde el social.
Mientras leía el texto pensaba en que la propuesta del presidente de No Gracias recuerda mucho a la de la llamada Medicina Integrativa. Unas líneas más adelante así lo confirma y pone algún ejemplo concreto.
En suma, lo que entiendo es que hay que centrar el debate y la atención en las personas y en los métodos que mejores resultados ofrezcan, dejando en segundo lugar su “procedencia” y combatiendo el uso mercantilista de las personas y de sus modos de buscar salud.
No existe una sola Verdad o un sólo Método de buscar y encontrar Salud.
No quiero acabar citando que este blog tiene publicidad de un clínica de medicina integrativa, por si alguien pudiera ver en ello un posible conflicto de interés.