Revista Opinión

La verdad sobre la Guerra Civil Española

Publicado el 28 junio 2017 por Franky
En la España actual existen condiciones suficientes para un enfrentamiento civil, incluso más que en 1936. Los partidos políticos actuales y el comportamiento de las autonomías, convertidas en auténticas fábricas de parásitos, aportan los motivos. Pero hay dos únicas razones que impiden hoy el estallido: España es más próspera y los que tienen dinero y propiedades jamás quieren una guerra; y la situación internacional no es propicia para los enfrentamientos civiles. La España actual se parece tanto a la de los años treinta del pasado siglo que es muy fácil comprender hoy por que estalló la guerra civil y cientos de miles de españoles se enfrentaron mortalmente. --- La verdad sobre la Guerra Civil Española No fue una guerra entre rojos y azules, ni entre la España de los ricos y la de los pobres, ni las derechas contra las izquierdas, sino un enfrentamiento a muerte entre los políticos tradicionales y los que querían acabar con la podredumbre política amparados en las corrientes autoritarias y de limpieza que surgían en Alemania (nacionalsocialismo) e Italia (fascismo).

Hoy, al contemplar la corrupción y la decadencia que dominan la política española es fácil imaginar lo que significó aquella contienda, en la que, ante los abusos de la clase política, unos españoles que querían limpieza y regeneración, se alzaron. Más que un enfrentamiento entre derechas e izquierdas, en 1936 se enfrentaron dos maneras de entender la política y el poder, una dominada por los partidos y sus políticos y otra que rechazaba ese mundo corrupto, ineficaz y plagado de errores y traiciones.

Como en la España actual, el principal rasgo de aquella España que se enfrentó a tiro limpio era el desprecio y hasta el odio de grandes sectores de la población a la clase política tradicional.

Guardando las distancias, la situación de España en el presente tiene suficiente parecido a la del principio de la década de los años treinta del pasado siglo: una España política injusta, sometida a la dictadura de los partidos políticos, desprestigiada, con su clase política corrompida y divorciada de gran parte de la sociedad, sobre todo con las clases medias y con la gente más culta y preparada, que aprendía cada día a odiar a los politicastros y a la democracia, a la que identificaba con el sistema vigente, depredador y corrupto.

Hoy, como en 1936, la verdadera división de España no es entre derechas e izquierdas, ni entre partidarios del PP y del PSOE, sino entre gente que se siente bien dentro del sistema y gente que no lo soporta, con una masa de indecisos en medio que no quiere a los políticos corruptos, pero que tiene miedo a los cambios bruscos y revoluciones. Esa gente es la que en 1936 se vio arrastrada a la guerra, sin quererla, tomando partido por unos o por otros, según en manos de quien estuviera su territorio.

Hoy, como entonces, la sociedad se divorcia cada día un poco más de los políticos y en el seno de esa sociedad descontenta crece la esperanza de que llegue un salvador que se atreva a acabar con el abuso de los partidos y a llenar las cárceles de corruptos y sinvergüenzas.

El gran problema actual de España, como entonces, es el deterioro de la política, consecuencia del fracaso y de la podredumbre de los partidos, a los que el ciudadano cada día desprecia y odia más.

Entonces surgió la Falange; hoy Podemos, siempre dentro de una política que da a luz nuevos partidos y que quiere regenerarse y no puede porque los políticos profesionales se sienten a gusto en la pocilga española.

Francisco Rubiales


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