Revista Cultura y Ocio

La verdadera educación: Segundo capítulo

Por Doloresfuentes

La verdadera educación es el segundo capítulo del libro La educación y el significado de la vida.
En este segundo capítulo, Jiddu Krishnamurti hace un discernimiento sobre qué es la "verdadera educación".
La "verdadera educación" debe ayudar a los niños a experimentar, a sentir el "proceso total de la vida" La mayoría de padres envían a sus hijos a escuelas con la esperanza que se conviertan en "especialistas". Pero,"¿acaso la destreza técnica nos capacita para conocernos a nosotros mismos?". El saber técnico no nos capacita para conocernos a nosotros mismos, tampoco para comprender la vida. La educación es un fracaso porque sobreestima la "técnica" por encima de la "comprensión integral de la vida". El conocimiento técnico por sí mismo, no puede resolver nuestros conflictos psicológicos. Es la adquisición de ese conocimiento técnico "sin comprender el proceso total de la vida por lo que la tecnología se ha convertido en el instrumento de nuestra propia destrucción". El motivo por el que se nos induce a sobrevalorar la técnica es, a juicio de Krishnamurti, el sentimiento de seguridad, que la técnica nos proporciona. Cuando sobreestimamos nuestras capacidades, para satisfacer nuestro deseo de seguridad psicológica, negamos la plenitud de la vida. Y, mientras, busquemos esa seguridad "el proceso total de la vida" no puede comprenderse.
La "verdadera educación" debe ayudarnos a comprender al niño "tal com es" sin imponerle un ideal "de lo que debiera ser". Los ideales son obstáculos para comprender al niño y para que el niño se comprenda a sí mismo. Los ideales deben descartarse de la educación porque, al trabajar por un ideal, formamos a los niños de acuerdo a él. No nos importa el niño sino la idea que tenemos acerca de cómo debe ser. Sólo cuando comprendamos al niño "tal como es" y no cómo "debería ser", en ese instante, somos capaces de afrontar realmente "lo que es" el niño, y ya no deseamos transformar al niño en algo diferente, sino ayudarle a comprenderse a sí mismo.
La "verdadera educación" descarta la disciplina. Uno de los peligros de la disciplina, es que el sistema adquiere más importancia que el niño/s. La disciplina no puede ayudar al maestro a comprender al niño. Al contrario, conduce a su dominación. No puede existir el "cultivo" de la libertad y de la inteligencia mientras exista la disciplina.
Es esencial que la educación ayude al niño a comprender sus "propios procesos psicológicos". Pero, mientras haya miedo, no puede darse esa comprensión. Cuando somos niños, se nos inculca el miedo en la escuela y en el hogar. A medida que vamos creciendo, el miedo "acaba dominando nuestras actitudes y nuestros juicios, creándonos problemas". La "verdadera educación" debe tener en cuenta el problema del miedo porque deforma nuestra visión de la vida. La "verdadera educación" debe liberarnos del miedo. 
 La "verdadera educación" debe incluir la educación religiosa. La educación religiosa consiste en alentar al niño a comprender su relación con las personas, las cosas y la naturaleza. Si la mente - y el corazón- del niño está libre, podrá descubrir la verdad por sí mismo. La "verdadera educación" es el "cultivo de la libertad en la búsqueda de la verdad". La religión no es una forma de condicionamiento sino "un estado de tranquilidad en el que hay realidad, Dios". A diferencia, de la religión organizada que es "pensamiento congelado". La verdad, Dios, está más allá del pensamiento. La "verdadera educación religiosa" consiste "en ayudar al niño a darse cuenta con inteligencia, a discenir por sí mismo lo temporal de lo real, y a abordar desinteresadamente la vida".


La "verdadera educación" debe estimular una visión integral de la vida. El principal problema es cómo desarrollar individuos íntegros. Hacerlo, exige que el maestro sea íntegro él mismo. El amor es esencial en el proceso de la integración. Estar integrado significa "libre de temor". Sin amor, "la adquisición de conocimientos solo aumenta la confusión y nos lleva a destruirnos a nosotros mismos". El ser humano integrado "llegará a la técnica a través de experimentar la vida, pues el impulso creativo origina su propia técnica". Las personas que "están viviendo", y por lo tanto enseñando, son los "únicos verdaderos maestros" y ellos a su vez crearán su propia técnica. Si amamos, y, vemos el problema de la integración, podemos poner nuestra energía al servicio de una "educación correcta" que ayude a desarrollar seres humanos íntegros.
La verdadera educación: Segundo capítulo.


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