Eduardo Montes, presidente de la Asociación Española de la Industria Eléctrica (UNESA), ha declarado que la fijación del porcentaje de subida por parte del Gobierno es un «precio político» que supone «un paso atrás en la liberalización del mercado eléctrico».
Desde algunas de las empresas eléctricas que copan el mercado español también se insiste, a través de la publicidad que ha aparecido en diferentes medios en los últimos días, en que la electricidad sólo es aproximadamente el 40% de la factura, mientras que el otro 60% son cargas fiscales, subvenciones y ayudas sociales. También explican que en los últimos ocho años, la parte correspondiente a la luz se ha incrementado en un 12%, mientras que la correspondiente al gobierno ha sufrido un aumento del 189%.
¿Qué errores se han cometido?
Tal y como explicaba hace unos días, existen muchas y muy variadas causas para explicar la subida de los últimos años, y no cabe duda de que el componente regulatorio tiene un gran peso. Los sucesivos gobiernos que ha habido desde que comenzó (teóricamente) la liberalización del sector, en el año 1997, han cometido muchos errores, entre otros:
Exceso de subvenciones y ayudas (en el artículo «por qué es tan cara la electricidad en España» se puede ver en detalle).
Inclusión de diversos conceptos en la factura que no deberían estar en ella: tal y como se cita en el mismo artículo, el recibo eléctrico ha ido acumulando muchas cuestiones que deberían incluirse en los presupuestos generales como parte de una política social, de empleo, o industrial.
Sobredimensionamiento de la capacidad productiva: producto de una incorrecta previsión acerca de la demanda (acentuada por la crisis), de una mala elección del mix eléctrico, y como consecuencia de la política de subvenciones y primas a algunos sectores y tecnologías (algunos de ellos, encubiertos), la capacidad de producción española es más el doble del consumo récord en nuestro país.
Permitir que el déficit de tarifa se haya disparado, sin explicarnos a los ciudadanos (parece que no se lo explican ellos mismos) por qué se genera ese descomunal agujero, que parece responder más a un superávit en las retribuciones que se les reconocen a las eléctricas.
No acometer en serio la liberalización del sector.
La liberalización fallida
La ley eléctrica de 1997 nació «con el triple y tradicional objetivo de garantizar el suministro eléctrico, garantizar la calidad de dicho suministro y garantizar que se realice al menor coste posible». Pero también expresaba «el convencimiento de que garantizar el suministro eléctrico, su calidad y su coste no requiere de más intervención estatal que la que la propia regulación específica supone», explicitando su «propósito liberalizador».
De aquí surgió la diferenciación entre las empresas generadoras de electricidad (las que la producen), las distribuidoras (encargadas de transportar en media y baja tensión hasta los domicilios) y las comercializadoras (libres y de último recurso), que son las que se encargan del suministro de energía a los consumidores, con los que pactan unas condiciones de contrato (que en el caso de la tarifa de último recurso, vienen determinadas por el gobierno).
En teoría, esta división debería servir para fomentar la competencia y abaratar los precios. Pero en realidad, el mercado de la comercialización está dominado por las grandes compañías (existen diversas empresas, pero la mayoría son poco conocidas) y las diferencias que existen en los precios que ofrecen al usuario son prácticamente inexistentes, tal y como se puede comprobar en el comparador que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
Así pues, dieciséis años después de haberse promulgado la ley, seguimos sin estar cerca de la verdadera liberalización del mercado. Ha aumentado el número de empresas que intervienen en el sector, pero sin grandes efectos sobre la competencia. ¿En verdad no es posible avanzar más?
La competencia en el mercado de las comunicaciones
Coincidiendo con la pretendida liberalización del sector eléctrico, se comenzó en España la de la telefonía. La privatización de la compañía Telefónica, entre 1995 y 1999, significó el comienzo del fin del monopolio en España. Este proceso no ha resultado fácil, y en los primeros años estuvo plagado de incidencias. Sin embargo, en este caso sí que se aprecia la existencia de cierta competencia en el sector. Sin ser perfecta, ni mucho menos, ya que España continúa siendo uno de los países más caros de Europa (¿por qué seremos líderes en este tipo de cuestiones?). Pero sí se aprecian algunos avances, que han llevado a Telefónica, todavía primera compañía, a ajustar sus tarifas, realizando importantes rebajas, para no seguir perdiendo cuota de mercado.
El sector de las telecomunicaciones en España presenta bastantes similitudes con el eléctrico (parte de un monopolio, elevadas barreras de entrada..). Sin embargo, su evolución ha sido bastante diferente.
Un poco de historia
La evolución del mercado de la telefonía móvil es una buena muestra de esto. En sus inicios era un mercado en el que operaba únicamente Telefónica, a través de Moviline, con un servicio analógico. Posteriormente, éste fue sustituido por el sistema digital, apareciendo Movistar. En 1994, con la liberalización de la telefonía móvil en España, apareció Airtel, que en 2001 pasó a denominarse Vodafone España, tras ser adquirida por la firma británica. En 1998, el gobierno decidió abrir más el mercado (que era un duopolio), concediendo una tercera licencia a la compañía Retevisión. Ésta operaría bajo el nombre de Amena, hasta que en 2005 alcanzó un acuerdo con la francesa France Télécom, dando lugar a Orange España, compañía que se ha situado desde ese momento como el tercer operador en nuestro país, a poca distancia del segundo puesto.
La aparición de los operadores móviles virtuales (OMV’s) ha variado significativamente el panorama. Las OMV’s son compañías que no poseen una concesión de espectro de frecuencia, por lo que no tiene una infraestructura propia de antenas. Por ello debe alquilar la red a una de las operadoras móviles con red (OMR).
El mercado de las comunicaciones es más competitivo
La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), actualmente integrada en la CNMC, ha garantizado un acceso razonable de las operadoras virtuales a la red de los OMR. Esto ha permitido un crecimiento sostenido de estas compañías, que aglutinan un 12% del mercado. El aumento de la competencia se refleja en el número de portabilidades (que puede superar las 600.000 mensuales), y en la bajada de precios generalizada, acompañada del aumento de los servicios.
Aunque no es perfecto, no cabe duda de que este mercado ha evolucionado positivamente. ¿Por qué no es posible implantar un sistema similar en el sector eléctrico? ¿Por qué la CNMC no fomenta la competencia en el sector eléctrico?
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Este articulo: La verdadera liberalización del sector eléctrico en España, escrito por Pablo Rodriguez, se ha publicado originalmente en Economia Sencilla, y puede ser utilizado bajo las condiciones de una Licencia Creative Commons 3.0 España. Muchas gracias por suscribirte a Economia Sencilla.
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