La viajera del tiempo, de Lorena Franco

¿Dónde está el hogar? Donde está tu corazón.
Con esta frase podría resumir en parte esta novela, perteneciente al subgénero de viajes en el tiempo (pero no adscrita a ciencia-ficción).
La viajera del tiempo es una novela fresca, de ritmo ágil y estilo desenfadado con el que Lorena Franco te encamina a viajar entre pasado y presente viviendo y sintiendo amores y desengaños, alegrías y tristezas. Es una historia sobre la vida y la familia donde no importan el tiempo y el espacio para el amor. Más aún ¿no haríamos uso si pudiéramos de ese retorno a un tiempo atrás si tuviéramos la oportunidad?
La autora nos lleva de la mano durante casi 200 páginas para vivir la historia de los dos hermanos protagonistas, anclados a un mundo que no es del todo suyo, un mundo que -como decía Stephen King- se ha movido; en este caso un mundo que se mueve para ellos y les lleva a cuestionarse su lugar en él.
Porque...¿Te has sentido alguna vez fuera de lugar? ¿Te has dado cuenta de que hay algo que no encaja en tu vida, que quizás una época anterior, o quien sabe si futura, sería más adecuada a tus deseos, a tu personalidad, en la que serías más feliz? Lee esta novela y entenderás.
Siguiendo la estela de otras novelas de esta temática podemos remitirnos a La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger, por cuanto La viajera del tiempo podemos considerarla como romántica y ambas tienen el componente del amor como guía.
Como apasionada de esta temática (viajes en el tiempo), quizás he echado un poco en falta una mayor profundidad en las descripciones y la atmósfera del tiempo pasado, por lo que con una mayor incidencia en algunos aspectos históricos hubiera ganado en calado, pero la extensión de la novela no otorga demasiado espacio para ello. La autora lo compensa con el componente sentimental que va in crescendo a medida que avanza la historia, al igual que lo hace la intriga, aspecto que ayuda a que el lector quiera seguir avanzando en la lectura sin descanso, hasta llegar a un final coherente y satisfactorio.
Todo tiempo pasado no fue mejor, no necesariamente. Y uno no es el mismo si vuelve atrás; más aún si regresa de nuevo.
He cruzado océanos de tiempo para encontrarte... dijo en una ocasión Drácula. Porque ¿acaso no van unidos el tiempo y el amor? ¿Acaso vale la pena una larga vida sin amor? ¿O acaso si no lo encontramos en ésta no mereceríamos encontrarlo en otro espacio, en otro universo... en otro tiempo? Tal y como dijo Marcel Proust:
El amor es el espacio y el tiempo medido por el corazón. 
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Sinopsis:
 «–¿Qué es el amor?
Le preguntó una niña de cinco años a su hermano mayor.
Y él le respondió:
–El amor es cuando tú me robas cada día mi trozo de chocolate del almuerzo y yo, aún así, sigo dejándolo en el mismo sitio para ti todos los días».
William y Lía son hermanos. Almas gemelas. Una infancia difícil ha hecho que William y Lía dependan el uno del otro desde siempre.
Todo cambia cuando William desaparece sin dejar rastro, el mismo día en el que entierran a su madre en el año 2007. Nadie sabe qué es lo que ha podido suceder, ni siquiera Lía, convertida ya en una abogada de éxito.
Cinco años más tarde, cuando Lía entra por casualidad en una galería de arte neoyorquina en la que exponen retratos de escritores y pintores de principios del siglo XIX, descubre en uno de ellos el rostro de su hermano William. En la placa, un seudónimo: Escorpión, un misterioso escritor cuyas obras fueron publicadas entre 1808 y 1813.
Un maravilloso y mágico descubrimiento hará que Lía se convierta en una viajera del tiempo, con la esperanza de encontrar a su hermano en el pasado y traerlo de vuelta a casa.