La vicepresidenta Carmen Calvo, la que sorprendió al mundo entero siendo una más de los hispanos que afirman que en los países democráticos la secesión está prohibida y los referéndums de independencia están perseguidos por la Ley, quiere seguir impresionando a España y al mundo con sus propuestas, de las que espero anhelante que solucionen problemas en vez de empeorarlos.
Hace unos días anunció en la Comisión de Igualdad del Congreso que se le ha ocurrido copiar la Ley que fue aprobada en Suecia el pasado mes de mayo que considera violación cualquier acto sexual que no haya sido aceptado DE MANERA EXPLICITA y clara por la mujer. Sin duda la señora vicepresidenta quiere aprovechar el cabreo nacional por el asunto de la manada para ganar popularidad, pero se está metiendo y nos está metiendo en un precioso berenjenal.
Como casi todas las operaciones que acaban causando más problemas que aportando soluciones esta se inició en USA por dos señoras feministas, del tipo de feminista que siempre he calificado como machistas femeninas porque no pretenden lograr la igualdad entre los sexos sino continuar con la supremacía de un género sobre otro, pero cambiándolos. Las señoras se llaman Jaclyn Friedman y Jessica Valenti, que en 2008 publicaron un libro titulado “Yes means yes” que proponía esta forma de enfocar la relación entre los sexos que ya llevaba años gestándose.
El método empezó a aplicarse en varios estados USA entre 2010 y 2014, y varios países europeos, entre ellos Reino Unido y Alemania modificaron su legislación para acabar con el planteo que para que se trate de violación ha de existir violencia y/o se debe haber forzado o drogado a la víctima, pero sin aplicar todavía el método “Yes means yes” sino simplemente incluyendo entre las posibilidades de violación la que se practica contra la voluntad de la víctima aunque no se haya utilizado la fuerza.
Pero el método “Yes means yes”, tal como se ha aplicado en Suecia y la vice quiere aplicar aquí va todavía más lejos al considerar que para evitar ser acusado de violación, y ante la eventual denuncia de la mujer, el presunto violador tiene que demostrar que la víctima había consentido. La página web de la BBC reprodujo en junio un artículo que ya había sido publicado hace unos años sobre el método “Yes means yes”, que acababan considerándolo muy problemático.
Aunque en Suecia se aprobó la Ley con mayoría holgada de su Parlamento en los medios de comunicación hubo mucha polémica y muchos juristas, incluso asociaciones de abogados importantes se oponían a dicha Ley por razones graves e importantes.
En primer lugar el método invierte uno de los principios básicos de cualquier ordenamiento jurídico, el que establece que todos somos inocentes hasta que se demuestra lo contrario, mientras con este método el acusado debe demostrar que hubo consentimiento para probar su inocencia.
Las relaciones sexuales se practican normalmente en la intimidad y si la mujer lo niega se hace muy complicado el poder aportar pruebas de que hubo consentimiento, además, puede darse el caso de la mujer que da su consentimiento para negarlo cuando la actividad sexual ya está en estado avanzado, en cuyo caso el problema para el presunto violador se complica más todavía.
En el artículo avisaban del peligro que en el futuro no se pueda ligar sin un abogado al lado.
Muchos juristas aducen además que el método no ha tenido repercusión alguna en el volumen e importancia del problema de agresiones sexuales, y sin embargo si han aumentado muy considerablemente las demandas que no llegan a juicio porque se alcanza previamente un acuerdo reparador, evidentemente en dólares, aunque probablemente este hecho sea debido a la extraordinaria habilidad de los abogados norteamericanos a la hora de vender sus servicios.
La mayoría de los juristas que comentan este método llegan a una conclusión con la que no puedo estar más de acuerdo. Proponen que en vez de aprobar una Ley basada en el “yes means yes” se incrementen considerablemente las penas aplicables a los violadores, que en la mayoría de los países europeos están entre 4 y 10 años de cárcel, y en su lugar se proponen penas mucho más largas y en casos graves se llega a proponer cadena perpetua, para casos de violación con evidencias y pruebas “a la antigua”.
Curiosamente, las mismas feministas que hacen esta absurda propuesta aparentan ignorar totalmente que en la mayoría de países musulmanes donde la Sharía, la Ley Coránica, está vigente, en 8 de cada 10 casos de violación se condena a la mujer violada, y no solo no se manifiestan contra esta barbaridad sino que evitan incluso hacer comentarios.