No cabe duda que todos los días nos enfrentamos con lo que suponemos es la peor de las autoproclamadas víctimas (APV) y, pa’ cuando nos damos cuenta, tenemos a una aún peor delante nuestro!
Resulta que llega un día un tipo de Hacienda que desplegó ante mí sus alas de APV desde el primer encuentro… Por alguna razón los tipos de Hacienda creen que debe uno recibirlos con una sonrisa de oreja a oreja… aún cuando su citatorio no tenga razón de ser.........................