Al pensar en un tema para escribir, siempre me parece interesante analizar lo que buscan los lectores. Realmente considero fascinante saber con qué facilidad se puede encontrar información para responder casi cualquier inquietud. Y es por tal razón que intento ofrecer algún tipo de acierto entre lo que deseo comunicar y lo que alguien podría estar buscando.
Pero no siempre se localiza lo esperado y quizás se busca algo muy concreto descubriendo alguna perspectiva inesperada.
Entonces yo intento imaginarme como encontrar un tema que me ayude identificando una fuente fiable, con un punto de vista no muy distorsionado, porque realmente hay mucha gente con ganas de cambiar cosas en su vida y lo que creo que a veces falta es ‘sólo’ el impulso necesario para hacerlo. Llamémoslo impulso, pero también podría ser fuerza o vigor o coraje.
Algo que rompa cadenas y que nos haga seguir esa llamada interior que percibimos con notoria claridad y que nos indica el deseo de otra cosa.
Fundamentalmente, la mayoría de los lectores que buscan alguna pista para cambiar su forma de ser, están intentando entender porque no están a gusto con el traje (a veces disfraz) que visten y necesitan probarse otros vestidos más útiles y sobre todo, más auténticos a la hora de manejarse en la vida.
Bien. Lo primero y fundamental es apreciarse con sinceridad para no intentar cambiar lo que ya está bien. Es decir, reconocer que podemos tener múltiples defectos y que por ellos nos encontramos cada día con decenas de situaciones que nos hacen sentir mal, pero que también poseemos una gran cantidad de virtudes de las que debemos estar muy orgullosos. Si observamos con serenidad y si somos capaces de reconocer nuestra parte mala, deberíamos también identificar la parte buena. Por tanto, quererse más es lo primero.
Y si la necesidad de cambiar de forma de ser, proviene de algo que objetivamente hacemos mal y que es producto de nuestro carácter, de nuestro orgullo o cualquier otro aspecto. Algo que molesta a los demás y que pretendemos dejar de hacer, ya sólo el pensar en ello nos dice que estamos en el camino adecuado.
Todo tiene un costo, pero desde luego, todo es posible. El problema es que tendemos a repetir los errores cuando no somos conscientes de cometerlos. Nos comportamos siguiendo siempre una misma pauta aprendida, hasta que un día llegamos a la conclusión de que el problema de no tener pareja, por ejemplo, no está en una mala y repetitiva elección fatal por nuestra parte y que invariablemente nos lleva a caer en el mismo tipo de relación que fracasa, sino que nosotros somos la causa. Cuando lo vemos así y lo reconocemos, estamos ya en proceso de cambiarlo y sólo nos hará falta humildad para asumir el error. Ah y nunca esperes que la otra parte cambie, porque no depende nunca de ti, aunque lo creas. Sólo puedes cambiarte a ti.
Y bien, este tema es muy amplio, pero les prometo que tendré una cantidad importante de artículos en los que deseo enseñar cómo podemos iniciar un cambio real si cambiamos nuestra forma de pensar.
Adicionalmente estoy escribiendo un libro sobre el tema y que publicaré pronto, para que puedan encontrar más respuestas a muchas inquietudes. Pero de momento agradezco mucho que deseen leer nuestro blog y es mi deseo vehemente que lo que encuentren aquí pueda ser de utilidad para ustedes y puedan encontrar alguna respuesta.
Reflexión final: Nunca es tarde para cambiar algún rasgo de nuestro carácter o forma de ser con el que no estamos satisfechos. Desconfía de quien te diga que a cierta edad ya no se cambia, porque se cambia siempre… bueno, siempre y cuando tú estés dispuesto a hacerlo.