Últimos días de playa. En una ciudad playera por antonomasia, y turística donde las haya, desde hace dos días (mediados de septiembre), ya no hay servicio de socorro. Muchos pensamos que es otra manera que tiene el gobierno de acabar con el paro y disminuir la jubilación con los que se mueran ahogados y pertenezcan a un censo u otro.
Ya los turistas extranjeros no tienen la lozanía de los venidos en la época puntera. Los de ahora ya tienen pinta de venir subvencionados por los diversos países del mercado común, para que el paripé del verano no acabe bruscamente. Y a todos esos, habrá que añadir a los turistas que seguro que cada ayuntamiento subvenciona entre los parados del pueblo con unos bocadillos y el poco dinero que ha quedado tras el tres por ciento, para que den un poco más de “carne y hueso” a la industria del turismo, y no desaparezca rápidamente tras mediados de septiembre. Todavía quedan comicios en algunas autonomías, y hay que dar sensación de normalidad “y-que-todo-va-bien”
Me pregunto cuándo quitaran la playa, y me imagino enrollándola como si fuera una alfombra. En realidad, creo que son dos, la otra, el mar… Naturalmente se las quedarán las autoridades pertinentes, guardándolas en unos hangares enormes que seguro tendrán en algún lugar escondido de la villa.
Y es que con el fútbol, aunque ya hay a todas horas, y en todas las épocas, no es suficiente para tener a todos bajo control (aquel pan y circo de los romanos), y ocupados. Eso sí, que tengamos la sensación de que hacemos lo que queramos, cuando en realidad nuestra libertad está ya más que programada, o lo que en aquella película de dibujos animados se publicitó a las masas como “El ciclo de la vida”. Lo importante, que la gente no piense, no decida; una libertad prêt-à-porté.¿De risa? Ninguna.*FOTO: DE LA RED, Y F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA