"Cuentan que en la calle Argumosa había una casa donde hay ahora un gran banco y una cafetería. Aquel edificio se levantaba por encima de tejados y chimeneas y estaba custodiado por cuatro gárgolas de piedra, una en cada esquina del tejado, con cuerpo de gato, rabo de demonio y cabeza de mono."
Supe de la existencia de Sara Morante allá por 2011, cuando me hice con un ejemplar del clásico de Hans Christian Andersen "Los zapatos rojos", ilustrado por ella. Desde entonces le he seguido la pista, por lo que cuando Lumen publicó "La vida de las paredes" tuve claro que lo leería. En esta ocasión Sara no solo ilustra, sino que escribe, y de qué forma, la historia de los habitantes de un edificio. Hace muchos años aprendí, por la lectura de "Historia de una escalera" (Buero Vallejo) y por la propia vida, que todo edificio tiene una historia, fundamentalmente la de sus habitantes, y eso es lo que encontraremos en esta lectura: el día a día de una comunidad de vecinos, sus luces y sus sombras, sus ilusiones, frustraciones, la soledad...La autora nos lleva de su mano a cruzar esas paredes y conocer a la propietaria del edificio, a un matrimonio de conveniencia con un hijo charlatán, un paraguëro al que le gusta espiar a su vecina, una bordadora austera y sencilla, una peculiar musa, su artista y los porteros. El edificio, ese caserón de principios del siglo XX, es un personaje más, envolvente, incluso inquietante por momentos con sus perturbadoras gárgolas. La historia se torna en elgún momento en trágica y desgarradora, con acontecimientos y giros inesperados (en este sentido, recomiendo no leer la sinopsis), como la vida misma.Destacable es también la maravillosa y cuidada edición en tapa dura con preciosas ilustraciones que te permiten visualizar la historia. El equilibrio entre estas y la narración, sencilla y poética a la vez, es perfecto.
De obligada lectura, porque si las paredes hablasen... Magnífico debut de Sara Morante en lo que a narración se refiere.