Una distopía sobre la creación de criaturas perfectas y lo que ocurre cuándo se les da la libertad de elegir su futuro
Prima es un clon. En su ADN hay mezcla de rasgos animales y humanos, lo que le convierten en una mascota adorable que goza de una vida envidiable dentro de una mansión llamada Wonderland. Gracias a la tecnología genética, los humanos pueden encargar sus propias mascotas, de acuerdo a los cánones que ellos mismos elijan. Pero con el tiempo, algunos grupos de humanos se levantan pidiendo libertad para esos clones. Esto deriva en una revolución sangrienta en la que mueren algunos humanos, como el dueño de Prima, quien de repente se encuentra en China enfrentado al mundo real.
Allí conocerá a Palulu, una clon que reproduce un diseño manga y cuyo comportamiento extravagante y caprichoso le atraerá desde un primer momento. Junto a Celsius Warrior (un castor adorable que en realidad esconde un secreto) y Pac-O, formará un grupo musical con el que gozará de un gran éxito. Sin embargo, la realidad sigue siendo un sueño para las mascotas y las cosas se complican. Descubrirán que los sentimientos son algo complicado y que el amor hacia otros clones puede conllevar consecuencias. Por eso emprenderá un viaje hacia Burmodia, verdadero paraíso en la tierra para todos los clones, donde también se esconde el Rapsoda Ciego, una asociación que quiere recuperar el mundo para todas las mascotas.
Con una gran imaginación y un lenguaje plástico y sensorial, Miguel Espigado reproduce en La vida de los clones (Editorial Aristas Martínez) una sociedad que podría ser la nuestra perfectamente. Los avances tecnológicos han permitido clonar mascotas y el ser humano, como siempre, consigue torcer una situación aparentemente idílica y convertirla en algo más turbio.
Al igual que toda literatura escapista, La vida de los clones aborda problemas serios que suceden hoy en día en nuestro mundo, entre seres humanos reales. Las peripecias de sus personajes, el hecho de no poder hacer según qué cosas por ser diferentes, nos recuerda que no hay que ser un clon en este mundo para que se vean mermados algunos derechos. Un buen ejercicio de reflexión y un libro muy entretenido.