Revista Cultura y Ocio
Por Carmen F. Etreros.
He tardado unos meses en ver La vida de Pi de Ang Lee. Confieso que al ver los premios obtenidos en los Óscars me he animado a verla y reconozco que me ha impresionado. La vida de Pi es una película imprescindible, que no hay que perderse y que la verdad no sé muy bien cómo definir: una parábola visual, una historia maravillosa y al mismo tiempo dura y cruel. La naturaleza y el hombre en lucha por la vida.En La vida de Pi Ang Lee ha intentado trasladar la novela de Yann Martel a la gran pantalla. Una historia, para los que no la hayan leído, cargada de filosofía que narra cómo un chico indio sobrevive a un naufragio y debe compartir una balsa con una cebra, un orangután, una hiena y un tigre. La película comienza cuando nuestro protagonista ya adulto recibe en su casa la visita de un escritor interesado en escuchar la extraordinaria historia de cómo Pi cruzó el Océano Pacífico y sobrevivió a 227 días de naufragio. A través desu historia nos va contando el origen de su nombre Piscine y los problemas que le crea en el colegio, su singular relación con la fe y diferentes dioses (pretende ser hindú, cristiano y musulmán al mismo tiempo), las enseñanzas de su padre sobre los animales salvajes y la religión, la chica de la que se enamora al verla en un exótico baile y cómo la familia tiene que embarcarse para viajar a Canadá para vender los animales del zoo, porque ya no los pueden mantener. A partir de ahí surge la historia del naufragio dura, conmovedora, que rompe con toda esa primera parte tranquila, mera introducción de lo que va a ocurrir. El actor protagonista Suraj Sharma(elegido por Ang Lee entre tres mil candidatos), borda el personaje: un chico asustado que tiene que superar su miedo y desesperación para compartir el bote con el que se salva del naufragio con cuatro animales del zoo, que en poco tiempo se reducen a uno y terrible, un tigre de Bengala llamado Richard Parker. Para tener alguna oportunidad de sobrevivir, el joven debe encontrar la manera de domesticar a la fiera, vigilarle día y noche y alimentarlos a ambos. Pi descubrirá que necesita algo más que valentía, agua y comida para sobrevivir quizás esa fe en “alguien” allá arriba que le preste ayuda cuando más desesperado está y cree que ha llegado el fin…La luminosidad de la fotografía y los cuidados efectos visuales logran ese océano mágico nocturno cargado de peces iluminados, esa ballena grandiosa surcando el mar, esa isla inimaginable pobladas por miles de suricatas… Los primeros planos de los personajes y los animales son magníficos. Son impresionantes los de Richard Parker el tigre de Bengala, y también los largos en los que nos enseña el trabajo y desesperación del chico cuando por ejemplo fabrica una balsa con el salvavidas y cuerdas o cuando traslada la comida a la balsa para sobrevivir. Un excepcional trabajo conjunto en el que destaca la fotografía deClaudio Miranda, la música deMychael Danna y unos increíbles efectos visuales.La vida de Pi es una película redonda e inesperada, que pilla por sorpresa al espectador y pone al límite sus sentidos. Realidad y sueño, ilusión y verdad.