Dos notas en el libro Florecer sobre cómo entender una vida cuando ha terminado: “No llames feliz a nadie antes de su muerte; cuando le llegue el fin, se sabrá como era” (Eclesiástico 11, 28)
“No podemos llamar a nadie Eudaimon -dichoso- hasta la hora de su muerte, hasta haber podido contemplar el retrato completo de sus días como un todo”, decía Aristóteles.
Interesante lo de Capó, sin más lo de Granados.
