Gala se reúne con su familia para despedirse de su abuela, lo que origina una serie de revelaciones.
La premisa de La vida desnuda, que se inicia conun viaje que se antoja de aprendizaje y descubrimientos, junto a una estructura en tres partes que divide la vida de cada persona en pública, privada y secreta, resulta, en principio, atractiva, interesante. La publicidad, que anuncia misterios familiares, también crea expectativa. Hasta que se avanza un poco en la lectura...
La protagonista en primera persona, como es habitual en las novelas de la autora, suelta, desde el principio, una serie de "reflexiones" que ella parece creer profundas, producto de intensas vivencias, incluso asegura que el relato de otro de los personajes, la tía Julia, no se podría haber escrito sin vivirlo... cuando las frases son tan superficiales, tópicas y carentes de contenido como todas las demás que enumera Gala. Sus conversaciones con Chris, durante el viaje en tren que la lleva a reunirse con su familia, suenan artificiosas, casi un "duelo" a ver quién dice la cita más "profunda".
Los secretos familiares, incluido el que da comienzo a la novela, a modo de inicio "impactante", son sumamente convencionales, y hasta engañosos en algún caso (lo del abuelo). La forma en la que se relatan, con cada personaje contándole a Gala sus vivencias sin la menor presión por su parte o intento de crear intriga, contribuye a crear una sensación de trivialidad que pronto resulta frustrante y distancia del texto.
El "secreto" que ocupa más páginas, el de la tía Julia, recuerda demasiado a las relaciones que establecen las protagonistas de anteriores novelas de la autora, La luz de Candela y Olvidé decirte quiero (también reseñadas en este blog). Las tres mantienen relaciones enfermizas con hombres muy guapos, que las mantienen enganchadas físicamente y que, en el fondo, son incapaces de amar. Las excesivas similitudes entre ellas, y la falta de originalidad de los relatos, contribuyen a la sensación de ya leído que se extiende por toda la historia.
Los personajes, carentes de personalidad, incluida Gala, pese al relato en primera persona, no despiertan interés ni empatía, y que todas sus tramas estén relacionadas con temas sentimentales, románticos, resulta repetitivo. Tampoco se percibe un sentido o una finalidad en esta serie de relatos, no sirven para que cambien las vidas de sus protagonistas, para que tomen decisiones, establecidos en una suerte de resignación o incapacidad de reaccionar. La única "beneficiada" es Gala.
En resumen, La vida desnuda es una novela casi esquemática, carente de complejidad, de elaboración, tanto en la forma como en el contenido. La historia que cuenta es superficial, previsible y decepcionante. Que se parezca tanto a obras anteriores de la autora no le beneficia. La ausencia de sorpresas o misterios que resolver tampoco ayuda.
La vida desnuda ha ganado el Premio Azorin de Novela 2020
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