Me atrevería a decir que es la novela más íntima que ha escrito Mónica.
Lo cierto es que, sí que hay transmisión de emociones, a lo largo de la novela que se distinguen por encima de las demás como son el miedo, las inseguridades y los mapas mentales con que a veces tenemos que convivir, y seguir creciendo. Los temas que aborda la autora en la novela son el peso de la familia y sus secretos, el amor verdadero, el adiós a la infancia, la búsqueda esperanzadora de la felicidad. Y todo ello lleva a los prejuicios. Nada ocurre por casualidad. “La vida desnuda” es un drama en varios actos, un repaso a una familia que tras su apariencia de éxito oculta los secretos de cada uno de sus miembros, esas vidas secretas, como Carrillo las define, que no están al alcance de nadie pero que perturban el clima familiar cuando no se convierten en armas que hieren a quienes supuestamente queremos. Con esto quiero decir, que no es un libro negativo en el sentido amplio de la palabra ni genera desazón, pero sí sobrevuela la historia a través de sentimientos que pueden considerarse como tales y que, en general, tratamos de ocultar de nuestra vida pública. Su intención es reflexionar sobre las emociones, sobre el mundo de los secretos en este caso y en particular este mundo, de los secretos, tiene mucho que ver con el sentimiento de culpa y con el miedo: a defraudar, a no ser aceptado, a decepcionar… Esos son sentimientos negativos pero existen. Creo que es una novela vitalicia, pero es cierto que la vida lleva aparejadas muchas sensaciones y algunas son positivas y otras no tanto. Hasta aquí todo correcto. Todos esperábamos unos secretos inconfesables en esa pudiente familia. Que solo nosotros, estimados lectores, podamos conocer de mano: o de los protagonistas o de la autora. Una trama en la cual se fuera enredando más y más el pasado de la familia, incluyendo esa constante de Gala en la cual hace referencia explícita a que ella mató a su abuelo Fermín.Y eso es sinceramente lo que esperamos: pero es tanto lo esperado, que finalmente obtenemos una limitada recompensa. Además, otro asunto que le resta calidad a la novela resulta el hecho de que de la nada y sin mediar palabra, todos y cada uno de los protagonistas: papá, mamá, Mauro, la tía, incluso el australiano del tren, comienzan a contar sus historias sin venir a cuento y como resultado tenemos unas confesiones forzadas, metidas con calzador en una trama de por sí un tanto apretada. Nuevamente aun presentando unos ingredientes de interés, acaba navegando entre dos aguas.Mónica Carrillo logra seducir a los lectores con esta emotiva novela, en la que su prosa, envolvente, os trasporta hasta los rincones más íntimos del ser humano. Cualquiera puede sentirse cercano a Gala, su protagonista, una mujer que sigue enamorada de su exnoviotocada por los acontecimientos familiares que suceden en su vida. Es fácil empatizar con ella.
En nuestro interior, todos. Todos nos conocemos. Otra cosa es que no nos apetezca mirar hacia dentro, porque hay veces que mirarse al espejo desnudo supone un ejercicio de sinceridad absoluta y conlleva situaciones dolorosas. Pero también es la realidad. Mirarse desnudo frente al espejo es lo mejor que puede hacer uno mismo para entenderse, aceptarse, para vivir en equilibrio y armonía. Con habilidad, la autora se hace valer de la primera persona del singular, tan personal y próxima, para narrar con ritmo la historia de gala y la de los suyos. Una historia que no os será ajena. La escritora ilicitana consigue ir siempre de la mano de los lectores y demuestra su extraordinaria capacidad para haceros pensar sobre el sentido de nuestra vida. “La vida desnuda” conmueve y en ocasiones intriga a partes iguales. Tenemos que aplaudir la forma en que la autora nos conduce por esas tres vidas, haciendo de ellas tres partes bien diferenciadas en la novela bajo los títulos explícitos de: Vida, Vida privada y Vida secreta. Mantiene nuestra atención, y la tensión de encontrar esa verdad oculta nos mantiene despiertos. Es por ello que cuando vemos venir el tercer y último bloque del libro nos esperamos fuegos artificiales, el summum de la historia. Muy conseguido. Pero no, seguimos igual que antes, escuchando confesiones banales, sentimientos universales, y reflexiones que no conducen a nada. Y que la tía solo cuente su historia cuando lleva unas copas de más encima -en realidad creo que todos los personajes acaban haciendo lo mismo: confesar cuando van un poco achispados- no resulta muy cómodo para el lector. Bajo el personaje de Gala, Carrillo elucubra sobre los sentimientos, la culpa y las decisiones correctas, sobre decidir con el corazón o con la cabeza, pero sobretodo, de ser capaz de vivir nuestra propia vida sin ser juzgados. La cercanía con el personaje, con sus logros y sus desdichas, crece al igual que la reflexión final, que será inevitable en todo aquel que bucee en sus páginas: ¿Qué vivimos? ¿Cuáles son nuestros secretos? ¿De qué depende nuestra felicidad? Poco a poco, Mónica Carrillo va destapando las distintas capas que arropan a los personajes: los padres de gala, su hermano Mauro, su tía Julia… Tras destaparlas, una a una, la protagonista hallará aquello que siempre buscó y que parecía resistírsele: el amor sin condiciones. Pero para llegar a este punto, la autora ahondará en la memoria y las trayectorias vitales de los personajes. Una acertada narración, los diálogos son vivos, las descripciones precisas y los lugares por los que transita, común para la mayoría de los lectores, Oficio y sensibilidad no le faltan. Poco más puedo contar. “La vida desnuda” me ha parecido una historia bastante sencilla. Tiene el aliciente de los secretos familiares, pero son asuntos más o menos cotidianos, fáciles de encontrar en cualquier familia. Por eso resulta una historia cercana y accesible, con reflexiones que están a nuestro alcance. Destaco el personaje de Gala y la tía Julia, así como esas escenas en las que me he visto retratado. Sin que me haya dejado una huella indeleble, “La visa desnuda” me ha resultado una lectura agradable, sin grandes alharacas, que se lee en un suspiro.