Revista En Femenino

La vida en sueños…

Por Lai Pv @laicapi

A mi me gusta soñar. Me gusta cuando me despierto y recuerdo lo que he soñado, siempre y cuando no sea una pesadilla que me despierta a medianoche. Es impresionante lo que uno puede llegar a soñar. Nos ha pasado a todos que hemos tenido sueños muy reales, sueños en los que hemos pasado miedo, sueños en los que hemos hecho cosas que nunca haríamos en la realidad (¿alguna vez habéis soñado que volábais, por ejemplo? ¿o que salíais a la calle en pijama?), y seguro tenemos sueños que nos despiertan con una sonrisa, sueños en los que lo estábamos pasando de maravilla; o quizás estábamos en una playa del caribe tomando el sol con una caipirinha en mano, en vez de en invierno teniendo que ir a trabajar.

Ahora solo están los maravillosos madrugones de fin de semana, pero en casa hemos pasado por todas las fases de mal dormir… el dormir siempre ha sido tema, y hemos pasado años sin dormir noches enteras.

Terremoto mayor no ha dormido bien nunca. De bebé costaba dormirla, despertaba mil veces, y costaba aun más dormirla de nuevo. Cuando fue creciendo, y se dormía en el coche de vuelta de algún sitio, cruzábamos fuerte los dedos para que no se despertara al pasarla a la cama, porque en ella…una siesta de 15 minutos hace el efecto de haber dormida 4 horas. Y desde poco antes de cumplir dos años, cuando quisimos pasarla a su habitación y cama, empezó con terrores nocturnos.

Los terrores nocturnos son distintos de las pesadillas. Este trastorno del sueño sucede en las primeras horas de sueño, el niño despierta gritando, agitado, pero no termina de despertarse. De hecho, cuando me sentaba con la terremoto en pleno terror nocturno, ella miraba hacia mi sin verme, sin enfocar la vista, solo gritaba y se asustaba de todo movimiento a su alrededor. En estos casos dicen que hay que dejar que pase, tranquilizando poco a poco al niño. Pero qué difícil es cuando los ves chillar asustados y tan agitados. Nosotros a veces cambiábamos a terremoto de sitio, porque el cambio de temperatura ayudaba a que terminara el episodio; o bien le susurrábamos de cerca hasta que se quedaba tranquila. O le ponía la mano en la espalda cuando estaba empezando, y a veces lograba tranquilizarla. Una vez termina el terror, se vuelven a dormir como si nada, y no recuerdan nada a la mañana siguiente. 

El principio de los terrores fue terrible. Una hora después de acostarse, sobretodo cuando estaba cansada, despertaba chillando. Su hermana era un bebé entonces, así que las noches eran un espectáculo. La mayor al final se dormía en el sofá, con un cuento, así cuando tenía el terror almenos no estaba en la misma habitación con su hermana. En ese momento aprovechábamos para llevarla a la habitación, así el cambio de lugar la cambiaba. Pero no sabíamos por qué le pasaba ni cómo hacer que desaparecieran.

De forma paralela vinieron las pesadillas, que se producen durante la fase de sueño REM, y que al provocar el despertar al niño este recuerda lo que soñó, además de despertarse del todo. Esa época como veis era un terror de despertares, sumándoles los típicos de un bebé.

Lo primero fue pasar a terremoto mayor a nuestro cuarto, así eliminamos las pesadillas; y con los terrores la cosa era intentar que no se durmiera tan agotada. Pero costó…Las pesadillas volvieron cuando ella quiso irse a dormir sola; hasta que volvió con nosotros. Y los terrores dieron paso a la somniloquia.

Y aquí es donde vino la parte divertida. Cuando uno practica el colecho, una de los privilegios que tiene, desde mi punto de vista, es que escuchas como tus hijos hablan en sueños. A través de ellos puedes entender cosas que han vivido, cosas que les han hecho reir, rabiar, o llorar. Puedes conocer cosas de lo que han hecho durante el día que no te han contado, experiencias. Hay veces que son tan expresivos durmiendo… es genial ver como ella se sienta en al cama y mantiene un diálogo con una amiga, o se rie de una broma, o se enfada con su hermana por algo. A veces murmura, a veces se sienta y conversa. Yo misma lo hacía de pequeña, así que es un fenómeno que no me extraña. Pero muchas veces me saca más de una sonrisa. Y al igual que con los terrores nocturnos, ella está dormida; cuando termina la conversación, se da la vuela y sigue durmiendo.

Con pequeña terremoto, que por suerte nos salió mejor para dormir (aunque tuvo sus épocas locas para recordarnos lo que era pasar la noche en vela) pasa algo parecido. Nunca ha tenido terrores y apenas alguna vez ha tenido alguna pesadilla. Pero murmurar y hablar en sueños, lo hace muy a menudo. Como compartimos cama y duerme a mi lado, cuando yo me voy a dormir ella lo siente (tienen un sentido especial para saber cuando estoy yo en la habitación) y se revuelve. Generalmente entonces siempre murmura algo. La escucho contar con una sonrisa como estaba jugando con su mejor amiga en el patio, reírse mientras menciona un capítulo de Peppa, refunfuñar porque alguien le ha tocado sus Paw Patrol, o incluso pedir chocolate en sueños. Lo encuentro tan tierno!

Me encanta. Escucharlas, saber que están soñando con algo bonito (menos cuando discuten), escucharlas reír en sueños, saber qué les está pasando por la cabeza en ese momento, qué las ha marcado ese día para que lo repasen en sueños…encuentro que es una bonita ventaja del colecho. Después de tantos años sin dormir noches enteras, de los que por suerte ya no me acuerdo, esta nueva etapa me gusta (aunque a veces me lleve alguna patada por culpa de algún sueño ajeno)

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Archivado en: Dormir y Colecho, Maternidad y Crianza

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