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La vida interior de las plantas de interior

Publicado el 26 noviembre 2013 por Libelulalibros
La vida interior de las plantas de interiorNo importa dónde comienzan las historias o dónde terminan, importan ellas mismas aun cuando parezcan intrascendentes o absurdas porque son un trozo de la vida toda: enmarañada y confusa. Los cuentos de Pron ponen en evidencia que al universo lo habita una vitalidad casi obscena y que el escritor, o el lector, o el hombre mismo apenas puede cumplir las veces de observador. Esta nota, el instante en el que ella es escrita, el lugar en el que se escribe, el libro que la motiva, la forma como fue comprado, la librería en la que fue hallado, el escritor que imaginó o vislumbró lo escrito, todo, son apenas eslabones de una única e inmensa historia que no tiene a su vez principio ni fin. “…No importa cómo conocemos esta historia, ya que el mismo albatros la ha olvidado por completo; digamos que todas las historias son arrastradas por corrientes subterráneas y nada comprensibles a manchas que se encuentran en el mar y que son, vistas desde arriba, el repositorio de todo lo que alguien alguna vez en alguna parte ha pensado; son, para decirlo así, los vertederos de los pensamientos, y contaminan el mar, pero también dan refugio a una fauna habituada a vivir entre los restos”.

A veces algo o alguien es consciente de que es arrastrado por aquella corriente subterránea, por momentos logra un relativo grado de subversión que consiste precisamente en aquel estado de consciencia, no es mucho, pero es todo lo posible; y alguno más –no necesariamente más lúcido– piensa que la única forma de dar cierto orden es poner un cerco para que los asuntos y los seres no queden por allí disgregados, “un cerco de palabras”. 

Pron es uno de aquellos conscientes y además peligrosamente lúcido. Sus cuentos –con títulos salingerianos– aterran y emocionan al mismo tiempo. Dudo que sea tan joven como se advierte, debió haber brotado de alguna juntura de esas que a veces deja ver el tiempo y por eso sabe lo que sabe.
Cuando era niño escogía en ciertas temporadas un instante cualquiera en el que me sentaba y solemnemente decía que aquel instante lo recordaría por siempre, es decir, que recordaría aquel momento en el que había decidido que recordaría. Creía que de esa manera le ponía un poco de orden a aquella vitalidad obscena que hacía correr el tiempo y los sucesos. Recuerdo muchos de aquellos instantes que tal vez sólo existieron para que ahora los narrara.
Pensar así, y eso lo provocan estos cuentos, no es que facilite mucho las cosas, pero ayuda a darle una vuelta a la página, y es lo que necesitamos.
pfaLibélula LibrosPatricio PronLa vida interior de las plantas de interiorBarcelona: Literatura Mondadori, 2013144 págs.

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