“Dos años antes de irse de casa,
mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea”.
Hay clásicos cuyos comienzos permanecen en el recuerdo colectivo, pero creo que también hay comienzos en la literatura contemporánea que son inolvidables. Sirvan de ejemplo “Ordesa”, de Manuel Vilas, o “Mala hierba”, de Agustín Martínez. Para mí, esos comienzos fueron impactantes y decisivos para seguir leyendo. Pues bien, con lo último de Elena Ferrante me ha pasado lo mismo: no me gusta la cubierta (de hecho, he optado por la versión digital), no me gusta el título del libro, pero su comienzo hizo que dejara todo lo pendiente por leer y me centrara en él. Nos situamos en Nápoles, años noventa. Conocemos a Giovanna, una chica de clase acomodada que oye accidentalmente a su padre decir que cada vez se parece más a su tía Vittoria, esa mujer cruel a la que no conoce y cuyo rastro ha sido borrado en conversaciones, fotos etc. Ese simple comentario supone un fuerte golpe a su interior, a su autoestima, a la forma en que hasta entonces miraba a sus padres. Giovanna empieza a sentir curiosidad, quiere conocer los términos exactos de la comparación de su padre. ¿Es ella igual de fea que su tía? Comienza a buscar por su casa, acaba preguntando a sus padres, y acaba formulando su deseo de conocer personalmente a su tía. Sus padres acceden a la petición. Llega el día y la protagonista conoce a su tía, que causa en ella una mezcla de miedo y deslumbramiento. A partir de aquí, ya nada será igual en la vida de esta familia. Sabéis que no me gusta contar más de lo necesario, así que solo diré que creí estar adentrándome en un thriller psicológico, pero no. A través de la protagonista, Ferrante nos muestra la Nápoles de la época con muchísimo realismo, tocando todos los palos: las clases sociales, amor, política, sexo, amistad o la desmitificación de los adultos, por ejemplo. Me ha encantado cómo la autora tira el hilo con ese planteamiento inicial. Ese aparentemente comentario banal del padre de la protagonista que desemboca en un huracán tras el que nada volverá a ser lo mismo. Su alcance en una niña que se está desarrollando y que está forjando su personalidad resultará ilimitado. Conocer a Vittoria le abrirá las puertas a otro mundo totalmente desconocido hasta el momento para ella.“La estabilidad cae como un castillo de naipes”.Ni que decir tiene que, para mí, los personajes clave de esta historia son Giovanna y Vittoria. Sus luces y sus sombras. El bien y el mal en ambas. La fuerza de Vittoria; las hormonas en ebullición en una Giovanna insegura que no encuentra su lugar, una chica sensible e implacable ante unos padres que lo hacen lo mejor que pueden o que saben, equivocándose o empeorándolo en muchas ocasiones. Es difícil conectar con ella en muchas ocasiones, pero no se trata de juzgarla, sino de acompañarla en su narración."Estoy harta de verme expuesta a las palabras ajenas.Necesito saber qué soy de verdad y en qué persona puedo convertirme, ayúdame". El final, más abierto que cerrado, hace pensar que habrá continuación y que, igual que hemos acompañado a la protagonista hasta convertirse en una jovencita, seguiremos acompañándola más adelante. Eso espero.