Hace unas semanas acabé el libro "Una vida con Montaigne", de Sarah Bakewell. Es una biografía intelectual ingeniosa y aunque a veces fuerza el paso para ofrecer verdades contundentes que quizá el pensador rechazaría o aceptaría con incomodidad, es ameno, inteligente y elevado. Por eso, me gustaría comentarlo y añadir alguna coda, como si de un palimpsesto cibernético se tratase, y en la humilde medida de mi ignorancia.
No te preocupes por la muerte. Llegará a su paso, y no la verás seguramente hasta que te cubra en su manto. Presta atención. Dedica todo tu ser al momento presente y tu afán en él. Nace. Destruye el mundo que te asignaron y crea el tuyo. Lee mucho, olvida gran parte de lo leído y sé lento de entendederas. Mastica, no engullas. No caigas en la soberbia de la pretensión de ser brillante y rotundo, busca la verdad en las cosas sencillas. Sobrevive al amor y a la pérdida. Date cuenta de que estarás solo, y aunque busques el sol de la amistad y el amor, no te encadenes a él como un satélite errante. Usa pequeños trucos. Construye un refugio de tableros maltrechos donde defenderte del maltrato de las horas. Un desprecio calmado no es el peor de ellos.Cuestíónatelo todo. Ataca a la costumbre y lo heredado con el pequeño estilete de tu yo pensante, sin hacerte la ilusión ni por un segundo de que servirá de algo fuera de ti. Una salus victis nullam sperare salutem. Ten una habitación privada en la trastienda. Cultiva tus aficiones y vicios. Sé sociable, convive con los demás. Ellos serán tu espejo. Despierta del sueño de la costumbre. Y, por favor, no lo cambies por el de las mayorías. Vive con moderación. Aprende a no tener lo accesorio por no echarlo de menos. Conserva tu humanidad. No transijas con quienes no respeten el misterio del ser humano, los que banalicen el mal, los perversos, Haz algo que nadie haya hecho antes. Aspira a dejar tu huella, sé ambicioso, recuerda que la peor y más pequeña obra hecha con buena intención y esfuerzo vale más que la mejor crítica. Ve mundo. Para que el mundo entre en ti, y lo mejor de él te inunde y se diluya en el nuevo yo que serás mañana. Haz bien tu trabajo, pero no demasiado bien. Respétate a ti mismo, como trabajador y como ciudadano que trabaja. No batalles por las medallas de otros. Filosofa solo por accidente. No pienses tres veces lo que no merece media mirada. Imponte a lo banal para merecer lo duradero.Reflexiona sobre todo, no lamentes nada. Piensa antes de actuar, y sé indulgente con quien ensenaste a ser exigente cuando tomaste decisiones difíciles. Abandona el control. Asume lo imperfecto e insignificante en el orden general del mundo que eres. Trata de mejorar tu pequeño mundo y no pongas nada más sobre los cansados hombros. Sé ordinario e imperfecto. No tomes lo peculiar por especial ni la diferencia por mérito. Trata de conseguir logros a través de lo que haces y no de lo que crees ser. Deja que la vida sea su propia respuesta. Encara lo que venga con el ánimo maravillado de un niño en vez de la amargura anticipatoria de los desolados. Vive y pelea. Tú eres a través de quien la vida pasa, no estás en condiciones de imponer nada. Déjate sorprender. Avanza y no mires demasiado atrás.
Bueno, este es mi resumen, opinión, ejercicio espiritual o comentario. Por supuesto, es mío, por supuesto, estoy lejos de ser capaz de seguirlo siempre y por supuesto, no me rendiré a ello. Con un ánimo de sano escepticismo Monteigniano lanzo esta entrada como mensaje a la red de pulsos incesantes por si alguien quisiera leerla, comentarla o se animase a leer el libro al que se debe.
Deja que la vida sea su propia respuesta. Y aprende a mirar.