En un momento dado te das cuenta de que existen personas para las que la vida es una escalada, una competición, una carrera. Personas que solo buscan ser los mejores, aunque para eso tengan que acabar con los demás. No dudes de que el egoísta aplastaría a su mejor amigo o destrozaría a su más fiel compañero por llegar a la cima. Porque la cima no se comparte, y él, el mejor, quiere estar solo allí arriba. Egoístas, les llaman. Personas preocupadas por trabajar para tener más y vivir mejor vida sin tenerla mientras tanto. Personas volcándose en la búsqueda de dinero, en ser los mejores estudiando, en ser los mejores en todo.
Personas preocupadas por vivir su vida futura sobradamente, sin darse cuenta de que la vida no es eso.
Personas buscando más cuando tal vez la felicidad sea menos.
Parar el tiempo en una risa, la risa de la persona que mas amamos o la sonrisa de un desconocido. Un beso en la mejilla efímero y un beso en los labios que dura más de la cuenta. Parar un rato de esta locura que es la vida y tomar aire, respirar. Cerrar los ojos y dejarse llevar, vivir de los detalles, de los momentos efímeros que se quedan en nuestra mente como infinitos. Disfrutar de todo como llega e intentar ser positivos, levantarse cuando nos estrellemos y recomponerse cuando nos rompamos, porque siempre se ha dicho que lo que no te mata te hace más fuerte, que no hay mal que por bien no venga y que siempre se puede estar aún más hundido. La vida es instantes, es la felicidad en los ojos de un perro cuando lo acarician y el encogerse del corazón cuando lo tocan de cerca. Es la mirada enamorada que una madre dirige a su bebé y el cantar de una persona que se siente libre. Es amar, amar con todo nuestro corazón, pero tal vez no hasta que duela. Es reír, volar, ser libres. Amarnos. La vida es vivir ahora, por si acaso no hay mañana. Por Marina Aimée.