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La vida no es un camino de rosas. También hay margaritas, hierbajos, y alguna que otra piedra. Y muchos cardos borriqueros. Por eso hay que calzarse unas buenas botas con suela gruesa para no pincharse con las espinas y procurar esquivarlos. Pero de tanto caminar el calzado se desgasta y a veces se rompe y nos despistamos y pisamos un cardo y una espina atraviesa el material y se nos clava en el dedo meñique y ahogamos un gemido. Entonces no queda otro remedio que ir al botiquín y con unas pinzas sacarnos la espina, darnos agua oxigenada en la herida, ponernos una tirita y hala, a caminar otra vez. Y volver a oler las rosas y esquivar los cardos. Sin olvidar que las rosas tienen espinas y los cardos también tienen flores.