Revista Cine

La vida secreta de tus mascotas

Publicado el 02 agosto 2016 por Diezmartinez
La vida secreta de tus mascotasLa vida secreta de tus mascotas (The Secret Life of Pets, EU, 2016), quinto largometraje de Illumination Entertainment (Mi villano favorito/2010 y secuela/2013, El Lórax en busca de la trúfula perdida, Minions/2015), parte de una premisa MUY original: que en cuanto les damos la espalda, nuestras queridas mascotas peludas (perros, gatos, conejos, cobayos), plumíferas (aves de distinto tipo) o con escamas (digamos, los peces de acuario), se comportan de manera diferente. Es decir, se comunican entre sí, tienen intereses propios y una vida privada que va más allá de nosotros. Haga de cuenta como Woody, Buzz Lightyear y demás amiguitos de Toy Story(Lasseter, 1995) y secuelas.Ok, ok, claro que La vida secreta de tus mascotas no es original. De hecho, la originalidad no es un valor en sí mismo, sino una característica más: que algo sea completamente nuevo, no significa que sea valioso. El problema del filme dirigido por Chris Renaud y Yarrow Cheney es que más allá de la premisa atractiva –todos nuestros animalitos tienen una vida propia a la que nosotros no accedemos- y de algunos aciertos aislados, la película no es más que una dispareja chase movie que, incuso sin llegar a los 90 minutos de duración, se siente extendida artificialmente.Max (voz desperdiciada de Louis C. K.), un pequeño terrier, vive una cachetona vida, cual perro chilango en la colonia Condesa, hasta que a su dueña Katie (voz de Ellie Kemper) se le ocurre llevar a su departamento neoyorkino otro inquilino: un enorme chucho peludo y café llamado Duke (voz de Eric Stonestreet). Por supuesto, Max y Duke no se llevan bien al principio –ecos, de nuevo, de Toy Story- pero, como los dos terminan en la calle –ooootra vez como Toy Story-, los dos tienen que ingeniárselas para regresar con Katie, seguidos de cerca por otras mascotas vecinas que quieren ayudarlos –la pomerania blanca Gidget (voz de Jenny Slate), la gata gorda Chloe (voz de Kate Bell), el fiero halcón Tiberius (espléndida voz ominosa de Albert Brooks) y otros más-, mientras que otras vengativas mascotas rechazadas, comandadas por el megalomaniaco conejito blanco Snowball (voz de Kevin Hart, robándose la película), quieren atraparlos.Mientras que hay escenas que están de más –¿para qué Duke va a la casa en donde vivía antes?, ¿y qué con esa secuencia musical de las salchichas de Duke y Max?-, se extraña, en contraste, mayor profundidad cómica/dramática en todos los personajes, incluyendo los protagónicos. Por ejemplo, ¿por qué deberíamos interesarnos en Duke?: no es particularmente simpático ni está dibujado de tal forma que parezca atractivo.De hecho, si exceptuamos al hiperactivo y carismático villano Snowball, no hay características distintivas en los demás personajes secundarios. Más aún: como la cinta está construida con una interminable serie de persecuciones, ninguna de ellas especialmente ingeniosa –recuérdese el desenlace de la recién estrenada Buscandoa Dory (Stanton y MacLane, 2016)- llega un momento en que todo el asunto se vuelve monótono.Ahora bien, con todo y eso la película aguanta el palomazo: al final de cuentas, algunas de las actuaciones vocales de la versión original son notables –especialmente las de Albert Brooks y Kevin Hart-, algunos gags sueltos funcionan –el del french poodle metalero, que se pudo ver en el trailer-, abundan las referencias cinefílicas para los adultos –que si Una Eva y dos Adanes (Wilder, 1959), que si Fiebre de sábado por la noche (Badham, 1977), que si Manhattan (Allen, 1979)-, y, bueno, peores cosas se pueden ver en el cine esta semana. 

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