La vida viene, siempre viene, jamás pasa.
La vida pasa, dice la gente, pero la vida no ha comenzado ni a llegar muchas veces, si alguien se para a mirar el reloj y existe de tal forma que sólo perciba que algo tan inmenso y maravilloso como la vida, pasa; lo ha estado haciendo todo mal.
La vida siempre está en el horizonte de las estrellas, esperando ser descubierta, añorando ser vivida.
Puede que sea uno al que se le pasa la vida, pero es que no la vió venir y eso es completamente culpa de uno, uno que se mueve por inercia y que se ha olvidado de su cualidad nata más preciada, que es la curiosidad.
La vida siempre viene, y si toma otra ruta, hay que ir a seguirla, porque se nos ha concedido el milagro de estar aquí, de entre tantas posibilidades biológicas y cósmicas de millones de años, somos nosotros a los que nos tocó estar aquí, y a esta vida a la que le tocó venir.
Esa simple y pequeña verdad debería ser suficiente para que abrazáramos la vida con tal fuerza que no pudiera pasarnos de largo, que no tenga más remedio que llevarnos con ella en su vaivén de aventuras y maravillas.
Pero ahí están, tan ocupados buscando la felicidad, el coche, la casa, el dinero, la cuenta de ahorros, los viajes, las posesiones, el ascenso, el mañana, la boda, el divorcio…
Y la alegría es más que buscar felicidad, habría que entender que lo que debe buscarse, es estar vivo..
nos han engañado (…)